NATACIÓN | Campeonatos de Europa

"Hablamos con las piernas"

Madrid

"Cualquier deportista querría tener nuestro currículo aunque no ganemos nada". Rostros bronceados, las componentes del equipo español de natación sincronizada se saben medallistas. "Si no logramos la plata, habremos fallado", afirman a coro Raquel Corral, Andrea y Tina Fuentes, Ana Montero, Gisela Morón, Irina Rodríguez, Alicia Sanz e Ione Serrano.

En un lustro escaso, Anna Tarrés, la seleccionadora, ha fraguado un conjunto ganador que, Europeo tras Europeo, de 1997 a 2000, se anclaba en un cuarto puesto al principio meritorio y que en Helsinki ya supo a poco. Hasta...

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Madrid

"Cualquier deportista querría tener nuestro currículo aunque no ganemos nada". Rostros bronceados, las componentes del equipo español de natación sincronizada se saben medallistas. "Si no logramos la plata, habremos fallado", afirman a coro Raquel Corral, Andrea y Tina Fuentes, Ana Montero, Gisela Morón, Irina Rodríguez, Alicia Sanz e Ione Serrano.

En un lustro escaso, Anna Tarrés, la seleccionadora, ha fraguado un conjunto ganador que, Europeo tras Europeo, de 1997 a 2000, se anclaba en un cuarto puesto al principio meritorio y que en Helsinki ya supo a poco. Hasta que en 2002, en Berlín, el físico, la técnica y la coordinación alcanzaron el subcampeonato.

"Estamos recogiendo los frutos de tanto sufrimiento", se sinceran unas muchachas, de 23 años de media, que por bailar en el agua, "por hablar con las piernas", han sacrificado las relaciones con sus familiares y sus amistades. "Quien te quiere se termina amoldando", advierte Alicia, estudiante de Químicas. No es la única. Igual que en un estudio científico-social a pequeña escala, Andrea estudia informática; Tina, publicidad; Raquel, ciencias empresariales...

La variedad engloba caracteres y voluntades diferentes, gama que explota en algún momento de la instrucción en el Centro de Alto Rendimiento de San Cugat, cuando el esfuerzo deja escapar al temperamento. "Normal, porque nos entrenamos al límite física y psicológicamente, pero como ya nos conocemos...", desdramatiza Ione. Más importancia otorgan a la hipótesis de que es más fácil disimular un despiste en una piscina que en una moqueta. Un sanedrín de acentos catalanes, madrileños y canarios acalla la herejía: "Para nada. Al revés. Imagínate que tienes que levantar un brazo y vas y lo agachas... ¡Pues ya la has liado!".

Al menos, tanto esfuerzo se refleja en los puntos fuertes de la selección: creatividad, improvisación, afán de superación y los galones que aporta la veteranía. Ejemplo: el cambio de rutina técnica un mes antes del Preolímpico. "Es como si te piden que en cuatro semanas bajes 10 segundos en una prueba", compara Gisela.

Tampoco implica sacrificios alimenticios añadidos. "No desfilamos por la pesa como las chicas de gimnasia rítmica. Nosotras no nos privamos de nada". Ni de reivindicar, con sentido del humor, más atención: "Si alguna fuese la prometida del Príncipe, la sincro tendría tanta publicidad como el balonmano", se escucha en alusión al enlace de la infanta Cristina con Iñaki Urdangarín.

Proletarias antes que princesas, las españolas derrochan confianza dentro y fuera del agua. "El nivel del equipo te da el nivel del país", confían. "Si no, mira a Francia. Tiene una estrella

, pero no le basta para estar en la élite. Nosotras, en cambio, tenemos un pedazo de equipo, un pedazo de dúo, un pedazo de solo... Somos un grupo ganador".

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