Manzano gana de nuevo con Juanma y García Calvo

Las estadísticas están para romperlas. Atlético y Celta cumplieron el dicho e intercambiaron los roles que venían escenificando en abril. Bastó un gol de Nano al minuto de partido para que ambos encarasen de nuevo sus ilusiones y temores: los locales, la UEFA, después de tres derrotas consecutivas ante Málaga, Real Madrid y Espanyol; los visitantes, invictos en cuatro partidos. No era un gol cualquiera: desmitificaba a Cavallero, imbatido desde la 31ª jornada, y tiraba por los suelos el ideario de Moncho Carnero y Rafa Sáez, tándem de técnicos que sucedieron a Antic en Vigo, de forjar un equip...

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Las estadísticas están para romperlas. Atlético y Celta cumplieron el dicho e intercambiaron los roles que venían escenificando en abril. Bastó un gol de Nano al minuto de partido para que ambos encarasen de nuevo sus ilusiones y temores: los locales, la UEFA, después de tres derrotas consecutivas ante Málaga, Real Madrid y Espanyol; los visitantes, invictos en cuatro partidos. No era un gol cualquiera: desmitificaba a Cavallero, imbatido desde la 31ª jornada, y tiraba por los suelos el ideario de Moncho Carnero y Rafa Sáez, tándem de técnicos que sucedieron a Antic en Vigo, de forjar un equipo desde la retaguardia.

Pese a que perdieron, los vigueses nunca bajaron los brazos embriagados por los cánticos que, en forma de goles locales, les animaban a anular, de una vez, su anunciada caída a Segunda. La historia habría cambiado de bando si los cinco primeros minutos nunca se hubiesen jugado. En ese corto intervalo Moncho y Rafa, Rafa y Moncho, vieron cómo su defensa se fundía ante las acometidas constantes del Atlético. Cavallero ofició de estatua en la volea de Nano, que aprovechaba el centro de un Paunovic que se siente crecido. Poco más hacía ante la picaresca del Niño Torres, que anotaba su 17ª diana recién estrenado el miércoles con la selección.

Juanma, alma en pena ignorada por Manzano hasta que una lesión de Aragoneses le dio otra oportunidad, parecía saber que los logaritmos y los hados le favorecían. Con él bajo los palos, el Atlético nunca pierde; hasta ayer, en sus ocho partidos jugados, los madrileños repartían a partes iguales empates y victorias. Lo demostró una vez más: si no era él quien atajaba un disparo, la responsabilidad la asumía el travesaño.

El único que parecía querer acabar con la suerte de Juanma era Milosevic, que hasta que en el minuto 30 marcó no paró de incordiar al guardameta, el mismo a quien escamoteó el esférico cuando parlamentaba con Sergi y García Calvo por un balón alto.

La fortuna impidió que el error se hiciese gol, único borrón en la hoja de servicios de García Calvo que, como Juanma, regresaba a la titularidad. En ningún momento apuntó maneras de jugador recién salido de una contractura de gemelos. Como si fuera una de las piezas engrasadas de la zaga atlética, cortó todo intento de Ilic y Milosevic, conexión balcánica exiliada en Vigo, sabiéndose mariscal de campo. Y, puestos a dictar sermón en el campo, aprovechó un rechace para marcar por primera vez en lo que va de campaña. Manzano reconoció sus méritos, y su falta de minutos, cambiándole mediada la segunda parte. Con él y Juanma, el Atlético se reencontró con la victoria, y a la espera del partido de Osasuna hoy frente al Racing, con la UEFA.

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