Reportaje:FÚTBOL | 34ª jornada de Liga

Peligroso buen rollo

La simpatía de Ronaldinho 'encanta' a la defensa madridista, que finalmente no puede frenarlo

La vida social es el fuerte de Ronaldinho de Assis Moreira, alias Gaúcho. Al límite del pitido inicial, nada, ni el fragor hostil de Chamartín, lo inmuta en su rito. Abraza a Xavi, abraza a Saviola, abraza al duro Davids... Los abraza a todos. Como se abraza a los viejos amigos después de varios años de ausencia. Saluda a los brasileños del equipo rival: gran abrazo a Roberto Carlos. Y se persigna. Se persigna cuatro veces: antes y después de cada parte del partido.

Ya se sabe que el delantero brasileño, como demostró ayer, da pases de 15 metros con los hombros, salta como nadie,...

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La vida social es el fuerte de Ronaldinho de Assis Moreira, alias Gaúcho. Al límite del pitido inicial, nada, ni el fragor hostil de Chamartín, lo inmuta en su rito. Abraza a Xavi, abraza a Saviola, abraza al duro Davids... Los abraza a todos. Como se abraza a los viejos amigos después de varios años de ausencia. Saluda a los brasileños del equipo rival: gran abrazo a Roberto Carlos. Y se persigna. Se persigna cuatro veces: antes y después de cada parte del partido.

Ya se sabe que el delantero brasileño, como demostró ayer, da pases de 15 metros con los hombros, salta como nadie, maneja y lidera. Pero su arma secreta es el buen rollo.

Los defensas del Madrid no se perdieron este detalle y dedicaron los días previos al partido a estudiar la manera de pararlo mirando, entre otros vídeos, el del Barcelona-Málaga de la jornada anterior. Lo que vieron les dejó perplejos: el Gato Romero, de belicosa sangre charrúa, convertido en un hombre arrepentido, perdido, derrotado. Y todo por el buen rollo de un rival a quien, como recordó un central blanco, "Romero le dio una patada que lo mató y le respondió con una sonrisa". Haciendo ese gesto que patentan los surferos en Porto Alegre y en todo el mundo, con el dedo meñique y el pulgar separados. Diciendo: "¡Hey, buen rollo!".

El brasileño debió de ver a Beckham cabizbajo y triste y se apresuró a sacarle una risita
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A un tipo tan simpático, a un buen cristiano que pone la otra mejilla, ¿cómo pegarle? Romero no estaba preparado para una respuesta tan fulminante. Acostumbrado a castigar y ver padecimiento, la imagen de Ronaldinho, airosa y pía, le hundió psicológicamente. Tal vez se sintió culpable. Como dijo otro defensa madridista, "a partir de ahí, Ronaldinho se las hizo todas".

Conociendo el percal, ayer en el Bernabéu, la defensa del Madrid salió al campo con el antídoto contra la compasión. Pero fue inútil. Salgado, Bravo, Helguera y Cambiasso sabían que no podían caer en la pegajosa red de ese simpático muchacho. Para marcar a Ronaldinho había que tener el corazón de mármol.

A la defensa del Madrid todo le fue bien hasta el segundo tiempo. Hasta el descanso, los trabajos del brasileño fueron más o menos intrascendentes. Ronaldinho ganó casi siempre de cabeza de espaldas a Helguera y Míchel Salgado. Si recibió al pie, puso el culo, protegió la pelota y se fue. Descargó. Tapó la salida de Helguera. Habló tanto con los contrarios como con los suyos. Defendió su área en los córners en contra. Mandó a Overmars: "¡Tú quédate arriba!". Y si le entraron fuerte, como hizo Salgado en dos ocasiones, nada de quejas: un gesto de complicidad a su verdugo. "Buen rollo".

Ronaldinho empezó el partido pegado a la banda izquierda, alternándose con Davids en el centro del campo, y lo terminó en todas partes. Incluso por la derecha, como un extremo, y de los buenos. Provocó dos faltas peligrosas, tras sendas patadas de Cambiasso y Helguera, y le puso un centro desde la línea de fondo a Kluivert, al segundo palo, que el holandés falló por poco.

Siempre con una sonrisa. Siempre con gentileza, sea con el entrenador del adversario, Carlos Queiroz, con quien mantuvo una charla; sea con el juez de línea, al que abrazó fraternalmente. O con Beckham, a quien debió de ver cabizbajo y triste y se apresuró a sacarle una risita.

Pobre Beckham. Si estaba bajo de moral, Ronaldinho se la empeoró. Fue a cuatro minutos del final, enfrentado al inglés en un mano a mano. Vio que le dejaba espacio y le dio un pase a Xavi por encima de toda la defensa del Madrid, que tiró el fuera de juego sin Bravo. "Esa asistencia fue un gesto técnico de gran calidad", dijo Rijkaard. "Lo teníamos preparado", apuntó Xavi; "Ronaldinho sabía que si yo entraba desde la segunda línea él me tenía que meter el pase. Y lo ha hecho perfecto. Me ha dejado solo".

Fue el gol del triunfo culé. Un monumento de peligroso buen rollo.

Ronaldinho se escapa de Raúl Bravo y Roberto Carlos.LUIS MAGÁN

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