Crítica:FERIA DE ABRIL | LA LIDIA

La maldición de los cabestros

Dicen que Florito, el cabestrero de la plaza de Las Ventas, es el propietario de la nueva parada de cabestros de la Maestranza, que la ha cedido por amistad con los empresarios. Después de lo visto ayer, una desastrosa actuación sólo superada por sus antecesores, es evidente que Florito y los empresarios sevillanos sólo se conocen de vista. Es claro que el madrileño ha enviado a los animales más torpes de la manada. Entre que no deben conocer bien la plaza, no identifican la voz de quien les manda y que no encuentran a Florito por ninguna parte, los cabestros deambulan como almas en pena por e...

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Dicen que Florito, el cabestrero de la plaza de Las Ventas, es el propietario de la nueva parada de cabestros de la Maestranza, que la ha cedido por amistad con los empresarios. Después de lo visto ayer, una desastrosa actuación sólo superada por sus antecesores, es evidente que Florito y los empresarios sevillanos sólo se conocen de vista. Es claro que el madrileño ha enviado a los animales más torpes de la manada. Entre que no deben conocer bien la plaza, no identifican la voz de quien les manda y que no encuentran a Florito por ninguna parte, los cabestros deambulan como almas en pena por el redondel, mientras el toro, que no conoce de nada a Florito, mira a los tendidos con cara de no entender nada.

La Dehesilla / Rivera, Diego, El Fandi

Cuatro toros de la Dehesilla y tercero (devuelto) y quinto de José L. Pereda, corectos de presentación, bravucones y sosos. Dos sobreros de Hdros. de Antonio Ordóñez: el primero, devuelto por inválido; el segundo, manso. Rivera Ordóñez: estocada perdiendo la muleta y dos descabellos (ovación); cinco pinchazos y un descabello (silencio). Juan Diego: pinchazo y estocada (palmas); pinchazo hondo (ovación). El Fandi: dos pinchazos y cuatro descabellos (ovación); pinchazo y estocada tendida (ovación). Plaza de la Maestranza. 18 de la Maestranza. 4ª corrida de feria. Algo más de media plaza.

La solución parece clara: que venga Florito, afiance su amistad con los empresarios sevillanos, se lleve a estos animales y mande a otros más preparados.

Unos veinte minutos estuvo en el ruedo el primer sobrero sin que los cabestros fueran capaces de conducirlo a los corrales. Al final, El Fandi, en un gesto que le honra, se ofreció a matarlo para evitar que la espera llegara a mayores.

Esto de los cabestros es como una maldición en esta plaza, cuna de toreo, se dice con orgullo, pero de auténtica vergüenza en lo que a respeto al público se refiere.

Entre la desesperante espera y la sosería de los toros, sólo la buena voluntad de los espadas impidió el naufragio. Y el vencedor fue El Fandi, que protagonizó dos extraordinarios tercios de banderillas que la plaza le agradeció puesta en pie tras su magistral demostración de poderío, valor, técnica y conocimiento de los terrenos. Se la jugó después ante el peligroso sobrero y el parado sexto, pero sólo pudo dejar patente su voluntad.

Algo parecido sucedió con sus compañeros. Rivera llegó con renovados deseos de triunfo, pero su lote no fue nada propicio. Recibió a su primero de rodillas en la puerta de toriles y el toro tardó en salir una enormidad. Lo esperó con arrestos y consiguió una emocionante larga cambiada y vibrantes verónicas. Después, sólo voluntad. Y Juan Diego se presentó en la plaza cargado de ilusión y torería. Aguantó el viento y las nulas condiciones de sus toros y dejó una extraordinaria verónica y varios largos naturales como carta de presentación.

La corrida, casi tres horas por culpa de los cabestros. Lo dicho: una maldición.

Una excelente verónica de Juan Diego al quinto de la tarde.PÉREZ CABO
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