Un pillo
Diego Ventura es un pillo porque engaña con habilidad y picardía. Pero el engaño no dice bien de su profesionalidad. Entró a matar a su primero en tablas, cobró un descarado metisaca y, rápidamente, tiró el rejón de muerte junto al estribo de la barrera para que su error pasara inadvertido. Y pasó. Tanto, que le concedieron una inmerecida oreja por una labor bullanguera. En el último dio una vuelta al ruedo sin que nadie se la pidiera. Su actuación fue, sencillamente, lamentable e impropia de un profesional.
Mendoza, por el contrario, es un consumado maestro que sabe hacer las cosas y l...
Diego Ventura es un pillo porque engaña con habilidad y picardía. Pero el engaño no dice bien de su profesionalidad. Entró a matar a su primero en tablas, cobró un descarado metisaca y, rápidamente, tiró el rejón de muerte junto al estribo de la barrera para que su error pasara inadvertido. Y pasó. Tanto, que le concedieron una inmerecida oreja por una labor bullanguera. En el último dio una vuelta al ruedo sin que nadie se la pidiera. Su actuación fue, sencillamente, lamentable e impropia de un profesional.
Mendoza, por el contrario, es un consumado maestro que sabe hacer las cosas y las hace a cara descubierta. Su rejoneo es de una madurez artística impecable. El tercio de banderillas al quinto de la tarde, un prodigio de conocimiento, de precisión, de doma y torería, quedará en el recuerdo de los buenos aficionados.
Bohórquez / Hernández, Mendoza, Ventura
Toros despuntados para rejoneo de Fermín Bohórquez, bien presentados y manejables. Leonardo Hernández: silencio tras aviso y ovación. Hermoso de Mendoza: ovación y oreja. Diego Ventura: oreja y vuelta por su cuenta. Plaza de la Maestranza, 17 de abril. 3ª corrida de feria. Tres cuartos de entrada.
Y Hernández destacaría mucho más si no perdiera el tiempo en solicitar aplausos y en pedir permiso al presidente cada vez que arrea al caballo. Así devaluó su excelente nivel técnico.