MATANZA EN MADRID | Las víctimas

VICTORIA LEÓN MOYANO / "Tenía todo listo para una nueva vida"

Tenía 30 años y trabajaba en el departamento de auditoría interna del grupo Santander. "Victoria sabía reírse de situaciones trágicas como ésta. A todo le sacaba lo positivo. Su humor contagiaba a todos", comenta su hermano, Antonio, dos años menor. "Acabó la carrera de Derecho con notas impresionantes, estudió el doctorado, después un curso de dirección de empresas, y en el primer sitio donde hizo prácticas la contrataron". Marisa González, coordinadora del master de dirección de empresas MBA, apunta: "Por aquí pasan al año 500 alumnos. Pero a ella se la seguía recordando por su gracia...

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Tenía 30 años y trabajaba en el departamento de auditoría interna del grupo Santander. "Victoria sabía reírse de situaciones trágicas como ésta. A todo le sacaba lo positivo. Su humor contagiaba a todos", comenta su hermano, Antonio, dos años menor. "Acabó la carrera de Derecho con notas impresionantes, estudió el doctorado, después un curso de dirección de empresas, y en el primer sitio donde hizo prácticas la contrataron". Marisa González, coordinadora del master de dirección de empresas MBA, apunta: "Por aquí pasan al año 500 alumnos. Pero a ella se la seguía recordando por su gracia y don de gente".

"Estaba muy ilusionada porque iba a ser tía de mi hijo en noviembre y quería ser su madrina", añade su hermano, Antonio. "Se iba a casar en julio. Como era tan meticulosa, tenía ya en casa el vestido y preparada la lista de boda. El coche que se habían comprado les viene dentro de dos semanas y los muebles también. Todo listo para una nueva vida. Era la niña mimada, la que nos daba ánimos y consejo a todos en la familia".

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"Cuando me casé", añade su hermano, "echaba de menos las películas de terror que veía con ella. Mi hermana no era capaz de verlas sola. Y yo tampoco. Pero juntos, sí. Apagábamos las luces y nos encantaba pasar miedo".

"Yo me metía con ella a veces y le decía que era muy pija vistiendo. Aunque era preciosa y guapísima, le gustaba siempre sacar el máximo partido de ella. Yo la adoraba. Tenía mucho genio, pero luego era muy asustadiza. La gente creía que ella no lloraba, pero lloraba. La suerte es que lloró poco. Nunca tuvo enfermedades. La mayor alegría que me queda es saber que ha vivido 30 años con mayor intensidad que otros en cien. Tuvo todos los caprichos del mundo, disfrutamos los dos de una niñez preciosa, una juventud magnífica y ahora...".-

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