MATANZA EN MADRID | Las víctimas

CARLOS SOTO ARRANZ / Idilio por Internet

Carlos era un soldador de 34 años y acababa de ser padre de la pequeña Laura. Huérfano desde los 14, Carlos Soto Arranz sólo soñaba con tener una familia cuando hace tres años conoció a Eva Girón, madre de dos hijos de su primer matrimonio. Se conocieron en un chat por Internet en mayo de 2001. En junio, Eva fue a descubrir quién se escondía detrás del seudónimo de Wallace, el que solía usar Carlos en la Red. Carlos vivió casi toda su vida en Valladolid pero, sin mirar atrás, decidió irse a vivir con Eva a San Sebastián de los Reyes en septiembre de aquel año. En unos de sus ...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Carlos era un soldador de 34 años y acababa de ser padre de la pequeña Laura. Huérfano desde los 14, Carlos Soto Arranz sólo soñaba con tener una familia cuando hace tres años conoció a Eva Girón, madre de dos hijos de su primer matrimonio. Se conocieron en un chat por Internet en mayo de 2001. En junio, Eva fue a descubrir quién se escondía detrás del seudónimo de Wallace, el que solía usar Carlos en la Red. Carlos vivió casi toda su vida en Valladolid pero, sin mirar atrás, decidió irse a vivir con Eva a San Sebastián de los Reyes en septiembre de aquel año. En unos de sus chats, Carlos le había prometido "una niña con los ojos azules". El 22 de octubre de 2003 nació Laura.

Natural de Quintanilla de Onésimo, Carlos se crió en Valladolid con sus dos hermanos mayores, Óscar y Roberto, después de que sus padres murieran de cáncer. Había que buscarse la vida, dejar los estudios y encontrar un trabajo para ganar dinero. Quedar con los amigos, montar en bicicleta y jugar en el ordenador al fútbol eran la única manera de escaparse de la dura realidad. Carlos tuvo que esperar a ser treintañero para "empezar a vivir bien", según sus familiares.

Más información

Entre Carlos y Darío, el hijo mayor de Eva, de siete años, nació una verdadera relación padre-hijo. Jugaban a los dardos y Darío siempre le ganaba. Eva dice: "Es el único tío que ha sabido cómo tratarme". Tras su última noche de trabajo en Alcalá de Henares, Carlos llamó a Eva a las ocho menos veinte de la mañana. Carlos quería "estar en casa para dar un beso a los niños" antes de que se fueran al colegio. Por eso cogió el tren de cercanías C-2 número 21435.

Eva dice que se mantiene viva por sus hijos, sobre todo por Laura, quien no sabe todavía que nunca conocerá a su padre. Tiene los ojos azules, los que prometió Carlos.-

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO