MATANZA EN MADRID | Las víctimas

MAITE GONZÁLEZ / Dos meses de buena suerte

Goyo se despidió de Maite, limpiadora de 38 años, la noche anterior. Llevaban viviendo juntos un año y más de cinco como pareja. A duras penas se habían comprado un piso en Vallecas que pagaban cada mes con mucho esfuerzo. La noche antes de morir, Maite recibió una llamada del supervisor de la empresa en la que trabajaba. "Le ofreció ir a limpiar un chalé en la calle de Ramón y Cajal", recuerda Goyo. Así que Maite suspendió una cita con el médico que tenía la mañana de su muerte y se subió en el tren que nunca llegó a su destino. Su plan era viajar en cercanías desde Vallecas a Atocha y luego ...

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Goyo se despidió de Maite, limpiadora de 38 años, la noche anterior. Llevaban viviendo juntos un año y más de cinco como pareja. A duras penas se habían comprado un piso en Vallecas que pagaban cada mes con mucho esfuerzo. La noche antes de morir, Maite recibió una llamada del supervisor de la empresa en la que trabajaba. "Le ofreció ir a limpiar un chalé en la calle de Ramón y Cajal", recuerda Goyo. Así que Maite suspendió una cita con el médico que tenía la mañana de su muerte y se subió en el tren que nunca llegó a su destino. Su plan era viajar en cercanías desde Vallecas a Atocha y luego tomar un metro. Esa mañana Goyo se marchó antes de casa, la dejó dormida. "Pero sabía que era feliz. Teníamos nuestro hogar y pensábamos casarnos a final de año con el dinero que nos tenía que devolver Hacienda por la hipoteca del piso. Además, llevábamos dos meses de buena suerte porque cada vez le salían más horas para trabajar", recuerda.

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Estando en su empleo en la Ciudad Universitaria, Goyo supo del horroroso atentado en Atocha y recordó que Maite pensaba pasar por allí a esas horas. "La llamé a su teléfono sin parar..., pero nadie respondía". Después de una interminable espera, un policía respondió a Goyo al otro lado de la línea: "Nos hemos encontrado un bolso tirado en Atocha que tenía este teléfono, pero no sabemos ni de quién es, ni dónde está su propietaria", le dijeron. Goyo se plantó en Atocha a la espera de noticias. "Tardé 28 horas en confirmar que estaba muerta". Goyo pensó en Charo, la madre de Maite, y en cómo contarle lo sucedido. Tomás, uno de los hermanos de Maite, es el chófer del alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, y vio la tragedia bien de mañana cuando acompañó a su jefe hasta el escenario de la matanza. Lo que no pensaba Tomás es que entre esos amasijos de hierro y dolor estaba su hermana Maite.-

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