Crítica:FLAMENCO

Maestros y alevines

El Día de Andalucía, Mario Maya volvió al escenario del Villamarta con espectáculo propio. En funciones de maestro, puesto que él hace años que dejó de bailar.

Maya dirige actualmente, en Granada, el Centro de Estudios Escénicos que lleva su nombre, y diseñó el espectáculo desde esa perspectiva didáctica, mostrando el trabajo que en su centro realizan 15 alumnos, los que conforman el cuerpo de baile de la compañía. El planteamiento, pues, sin que suponga descubrir ningún nuevo mundo de la danza, tiene cierta originalidad, y en él ese grupo de alumnos se convierte realmente en protagonis...

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El Día de Andalucía, Mario Maya volvió al escenario del Villamarta con espectáculo propio. En funciones de maestro, puesto que él hace años que dejó de bailar.

Maya dirige actualmente, en Granada, el Centro de Estudios Escénicos que lleva su nombre, y diseñó el espectáculo desde esa perspectiva didáctica, mostrando el trabajo que en su centro realizan 15 alumnos, los que conforman el cuerpo de baile de la compañía. El planteamiento, pues, sin que suponga descubrir ningún nuevo mundo de la danza, tiene cierta originalidad, y en él ese grupo de alumnos se convierte realmente en protagonista.

Las bailarinas, las bailaoras y los bailaores forman un cuerpo bastante homogéneo que refleja muy bien lo que es este duro aprendizaje. Demuestran voluntad, disciplina y esfuerzo en una serie de temas coreografiados por Mario Maya hace ya como un par de décadas, sobre músicas grabadas de él mismo, de Diego Carrasco, de José Antonio Rodríguez y de otros. Hay, incluso, concesiones a un cierto individualismo, como ese simpático número que se titula Dos barrios (Sacromonte y El Bronx) y que bailan tres alumnos, Benítez, Álvarez y Vargas Heredia. En términos generales, todos los aprendices bailan con soltura y sirven adecuadamente lo que se demanda de ellos, incluso con las pequeñas imprecisiones de un grupo no perfectamente estructurado, lo que puede aumentar el encanto, como de hecho ocurrió.

Festival de Jerez: Un, dos, tres, faaa...

Compañía de Mario Maya, con Belén Maya, Rafaela Carrasco y Alejandro Granados, y cuadro de baile del Centro de Estudios Escénicos Mario Maya. Teatro Villamarta. Jerez de la Frontera, 28 de febrero.

Mario Maya, maestro de maestros a su vez. Los profesionales solistas -su hija Belén, Rafaela Carrasco y Alejandro Granados-, quienes son profesores en el Centro de Estudios Escénicos, actuaron en el espectáculo ocasionalmente dirigiendo a los estudiantes y en solitario, interpretando sus propios temas y coreografías. Los tres tienen muchos años de profesión, y lógicamente su arte hay que valorarlo con criterios más exigentes.

Criterios subjetivos

Belén Maya, por supuesto, brilló en todo momento como la gran bailaora que es; su pincelada por alegrías, a dúo con la Carrasco, tuvo frescura y genialidad; en el Ritual de seguiriyas hizo una compleja creación en la que quizá se complicó demasiado la vida con una superposición de vestidos que no entendí muy bien. Rafaela Carrasco hizo un sorprendente y sugestivo baile por malagueñas, género que no recuerdo haber visto bailado en el flamenco. Por último, Alejandro Granados; es bailaor cuyo estilo, a mi juicio excesivamente convencional y quizá obsoleto, no me convence; he de decir, sin embargo, que sus bulerías fueron seguramente lo más aplaudido de la noche. En el arte jondo no es raro que ocurran cosas de éstas: una disparidad de criterios que recorre de extremo a extremo todos los pareceres, lo que nos está diciendo que el espectador tiene también una gran subjetividad.

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