Crítica:CLÁSICA | T. Koopman

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Tras la actuación, hace pocos días, del pianista Joaquín Soriano y su hijo, el director Alexis, intérpretes de un programa romántico con la Stata Hermitage Orchestra, las Juventudes Musicales de Madrid nos han deparado la ocasión de escuchar tres cantatas de las casi 200 que compusiera Juan Sebastián Bach. Estuvieron a cargo de uno de los grupos barrocos más prestigiosos como es el del holandés Ton Koopman (Zwolle, 1944).

En nuestra vida musical, cargada de sinfonismo de gran calibre, se reciben con la satisfacción que da la serenidad estas pasajeras "curas de Bach", capaz de dev...

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Tras la actuación, hace pocos días, del pianista Joaquín Soriano y su hijo, el director Alexis, intérpretes de un programa romántico con la Stata Hermitage Orchestra, las Juventudes Musicales de Madrid nos han deparado la ocasión de escuchar tres cantatas de las casi 200 que compusiera Juan Sebastián Bach. Estuvieron a cargo de uno de los grupos barrocos más prestigiosos como es el del holandés Ton Koopman (Zwolle, 1944).

En nuestra vida musical, cargada de sinfonismo de gran calibre, se reciben con la satisfacción que da la serenidad estas pasajeras "curas de Bach", capaz de devolvernos "la verdad como fin supremo", en arte como en toda otra dedicación.

Bach, como han visto tantos estudiosos, perfecciona con sabiduría y otorga trascendencia con genio a una dilatada época; y su inmensa herencia permanece como historia y realidad viva a través de los siglos.

Juventudes Musicales de Madrid

Orquesta Barroca y Coro de Amsterdam. Director: T. Koopman. Colabora: INAEM, EL PAÍS, Comunidad de Madrid. Auditorio Nacional. Madrid, 26 de febrero.

Las tres cantatas seleccionadas para esta ocasión fueron creadas en Mühlhausen, 1707 (El tiempo de Dios es el mejor de todos los tiempos) y en Leipzig, 1726 y 1727, las cantatas BMW 39 y 198, esto es, Parte tu pan con el hambriento y Oda fúnebre, en memoria de la hija del margrave de Brandeburgo.

Tres consecuciones magistrales interpretadas por Koopman, su coro y su conjunto instrumental, no sólo con perfección y equilibrado estilo sino también con un natural -o que lo parecía, pues bien sabemos cuánto cuesta alcanzar semejante gracia- y firme autenticidad.

Una suma de bellezas en la que destacaron cuatro solistas de mérito reconocido en el oratorio y en la ópera: el tenor Christoph Prégardien (Limburg, 1956), la soprano de Manchester Deborah York, el bajo alemán Klaus Mertens y la mezzosoprano de Dantzig Bogna Bartosz.

Una audiencia que llenó la sala sinfónica del Auditorio Nacional ovacionó muy largamente a los músicos de Amsterdam. Verdaderamente, fue una jornada de las que se recuerdan con especial emoción.

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