Tibio mano a mano

El esperado mano a mano de los dos finalistas de la última Oportunidad sólo llenó media plaza, tal vez por la falta de publicidad, vete a saber. Se lidió una novillada de Garcigrande, cuyos erales dieron buen juego, aunque adolecieron de fuerzas, y de ahí acaso el tibio resultado final. La matinal no tuvo la competencia necesaria ni el arte previsto, aunque Álvaro Justo bordó en su primero unos lances a la verónica rematados con dos medias bonitas de verdad. El trasteo, con altibajos, tuvo un final por ayudados y trincherillas que destilaron gracia y aroma. En su segundo, manso, faena aseada y...

El esperado mano a mano de los dos finalistas de la última Oportunidad sólo llenó media plaza, tal vez por la falta de publicidad, vete a saber. Se lidió una novillada de Garcigrande, cuyos erales dieron buen juego, aunque adolecieron de fuerzas, y de ahí acaso el tibio resultado final. La matinal no tuvo la competencia necesaria ni el arte previsto, aunque Álvaro Justo bordó en su primero unos lances a la verónica rematados con dos medias bonitas de verdad. El trasteo, con altibajos, tuvo un final por ayudados y trincherillas que destilaron gracia y aroma. En su segundo, manso, faena aseada y desigual que remató de efectiva estocada. Fue en el quinto donde con capote y muleta se sintió, se recreó y llenó de brisa, gusto y fantasía el paladar de los espectadores agradecidos.

Pedro Carrero en su primero compuso una faena correcta, de una última tanda de naturales a pies juntos muy templada. En su segundo el trasteo fue a mejor en ligazón y templanza, y en el deslucido sexto estuvo voluntarioso y con ganas.