Reportaje:

La vida loca de un portero

Sessa, fichaje de Las Palmas, fue tiroteado, agredió a un árbitro y se bajó el pantalón en un partido

Gastón Alejandro Sessa (La Plata, 1973), ha sufrido un intento de secuestro, ha sido tiroteado, no le han pagado el sueldo de varios meses, se ha peleado con su entrenador, ha agredido sujetando por el cuello a un árbitro, se ha bajado los pantalones en un partido, ha escuchado cómo su afición se unía a la del rival para insultarle, le ha caído una bomba incendiaria de humo en un estadio, se ha pegado con simpatizantes de su propio club y, finalmente, ha cruzado el Atlántico para jugar en el Las Palmas.Todo eso en 16 meses.

"No somos autómatas, tenemos problemas y días malos", comenta e...

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Gastón Alejandro Sessa (La Plata, 1973), ha sufrido un intento de secuestro, ha sido tiroteado, no le han pagado el sueldo de varios meses, se ha peleado con su entrenador, ha agredido sujetando por el cuello a un árbitro, se ha bajado los pantalones en un partido, ha escuchado cómo su afición se unía a la del rival para insultarle, le ha caído una bomba incendiaria de humo en un estadio, se ha pegado con simpatizantes de su propio club y, finalmente, ha cruzado el Atlántico para jugar en el Las Palmas.Todo eso en 16 meses.

"No somos autómatas, tenemos problemas y días malos", comenta el portero argentino cuando rememora que en octubre de 2002 le lanzó un puñetazo amenazador, insultó y agarró por el cuello al árbitro Sergio Pezzota antes de zarandearle. Entonces, Sessa jugaba en Vélez . Desde hace dos semanas lo hace en el Las Palmas. El jugador fue sancionado con cinco meses de suspensión por esa agresión. Sessa, como de pasada, justifica ahora su actitud en que la semana previa al incidente le habían tratado de secuestrar y le habían "disparado un tiro con un revólver". Él le comentó a su técnico, Carlos Ischia, que no estaba en condiciones de jugar, pero el entrenador le dijo que tenía que salir "porque era un profesional". Tras el suceso, la afición de Vélez le miraba "con cuatro ojos" y le censuraba todo lo que hacía. Además, llevaban sin pagarle varias mensualidades. Dejó de hablarse con el entrenador.

Pero no fue su única aventura. Sessa se declaró fan de Gimnasia y Esgrima cuando tenía 16 años. Entonces jugaba en las categorías inferiores del gran rival de ese club, Estudiantes. Con 19 años debutó en Primera con Estudiantes, precisamente, ante Gimnasia y los hinchas le recordaron sus declaraciones. Nunca le perdonaron . "Mi tío era directivo de Gimnasia, y yo, con la ingenuidad de la adolescencia, fui sincero", comenta sobre su tormentosa relación con los aficionados. De hecho, éste mismo año, ya con Vélez, consiguió que su propia hinchada se uniese a la rival, la de Independiente, en un encuentro para corear el nombre de Chilavert e insultarlo. "Me movía de la risa al ver a 30.000 personas, de los dos equipos, metiéndose conmigo". Chilavert había sido el guardameta del conjunto bonaerense antes que Sessa. Precisamente, el nombre de Chilavert persigue al portero. "Pensaban que tenía que hacer de todo, hasta sacar los córners como hace Chilavert".

De hecho, su llegada a Las Palmas tiene que ver con el enésimo regreso del paraguayo a Vélez y con las pésimas relaciones que mantenía con su preparador. "Tuve problemas porque jugué lesionado y eso me dejó un mes y medio fuera del equipo, además ahora han decidido traer a Chilavert por mercadotecnia", se despachó el guardameta. Lo cierto es que una semana antes de llegar a Canarias, Sessa e Ischia tuvieron su última gran pelea en el descanso de un encuentro: "No le aguanto, tuve mucha paciencia con él", dijo el técnico antes de colocarle el cartel de "transferible número uno".

Las excentricidades de Sessa incluían la de un permanente espectáculo para las televisiones. Según algunos medios de Buenos Aires, el jugador contestó a un dirigente de su club que le había reprendido por ello que si le daban los 3000 pesos que le abonaban las cadenas dejaría de hacerlo. El futbolista asegura que "son tonterías". También se ha peleado con simpatizantes de su antiguo club tras los partidos. Permanente guerrillero contra los árbitros, fue sancionado por quitarse el calzón en un encuentro y hacer ademanes con las manos indicando que el colegiado estaba comprado. Fue castigado "por actitud indecorosa".

Sin embargo, el jugador también tiene una cara filantrópica. Abrió un comedor para "chicos de la calle" en su ciudad natal y colabora con asiduidad con otras tres asociaciones benéficas.

A Sessa siempre le han comparado con Germán Burgos, el portero del Atlético. Él acepta la comparación y confiesa que le gusta "disfrutar en el campo", pero se define como "más sobrio" que el Mono. "Soy un portero al que le gustan los riesgos, nunca se me va a caer el larguero sobre la cabeza, me gusta jugar adelantado", resume.

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