SOMBRAS NADA MÁS

El que ha osado volar como los pájaros

Cuando barrió en las elecciones municipales que le convirtieron en alcalde de Madrid, en mayo de 2003, se le escuchó a Alberto Ruiz-Gallardón un comentario que fue su profecía: "Quizá ahora tengan la tentación de ponerme piedras en las ruedas....". Por el tono de lo que dijo, parecía que esas piedras iban a venir de su propio partido, el PP. Si son ciertos todos los desencuentros que ha tenido con su sucesora en la jefatura de la Comunidad (y con su partido) desde que los madrileños le eligieron alcalde, parece que lo que predijo es lo que le está pasando.

Desde aquella elección no ha h...

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Cuando barrió en las elecciones municipales que le convirtieron en alcalde de Madrid, en mayo de 2003, se le escuchó a Alberto Ruiz-Gallardón un comentario que fue su profecía: "Quizá ahora tengan la tentación de ponerme piedras en las ruedas....". Por el tono de lo que dijo, parecía que esas piedras iban a venir de su propio partido, el PP. Si son ciertos todos los desencuentros que ha tenido con su sucesora en la jefatura de la Comunidad (y con su partido) desde que los madrileños le eligieron alcalde, parece que lo que predijo es lo que le está pasando.

Desde aquella elección no ha habido una semana sin riña, o sin amago de riña, hasta el punto de que un almuerzo simbólico (el de su sucesora, Esperanza Aguirre, con los anteriores presidentes de la Comunidad) chocó, aparentemente, con los problemas de agenda del alcalde; de ahí se subió a un cierto enfrentamiento protocolario, y finalmente no hubo almuerzo. Y por esos mismos días, además, uno de los proyectos culturales que Ruiz- Gallardón avivó con más entusiasmo fue enviado al limbo por la que al menos por ahora no va a almorzar con él.

Hasta tal punto han sido públicas esas piedras en las ruedas desde que Gallardón es alcalde que hasta sus adversarios miran con lupa los versos de Rilke que envió como felicitación navideña: "El que ha osado volar como los pájaros, una cosa más debe aprender: a caer".

Cuando cumplió los 45, en diciembre, invitó a ex consejeros y periodistas, y éstos quisieron saber qué había querido decir. Y él respondió como Neruda cuando le preguntaron qué significaba la palabra paloma en un poema suyo: paloma significa paloma, respondió. Acaso el verso de Rilke significaba algo más en el acento de Gallardón. Él ha sido paracaidista, y es obvio que si un paracaidista no sabe caer, no debe nunca emprender el vuelo.

Los que le han visto levantar el vuelo creyeron que su ascensión tenía como destino La Moncloa y que la estación intermedia era, acaso, la alcaldía. ¿El peaje tenía que ser la compañía de la esposa del presidente en su lista electoral? Los que asumen que conocen bien la historia piensan que ésta fue una idea de la actual responsable de Asuntos Sociales del Ayuntamiento, Ana Botella, y los que creen que conocen mucho más aún del mismo asunto aseguran que aquel encargo de Aznar era el todo o nada para aquel momento histórico del que luego sería alcalde.

Él no se arredra. Es, como dice, un verso libre dentro del PP. Tiene una memoria prodigiosa y en ella alberga muchísimos versos. El último fin de año le recitó a algún amigo algunos de los que venían en la antología Versos de amor y de guerra que publicó EL PAÍS en su colección de Clásicos del Siglo XX. Acaso este verso explica bien qué hace cuando le intentan hacer caer: "Como el toro bravo, me crezco en el castigo". De su padre, el abogado José María Ruiz-Gallardón, por quien siente adoración, heredó (como dice el periodista Carlos Luis Álvarez) "vehemencia existencial e inteligencia", y de su abuelo Víctor Ruiz-Albéniz, periodista y médico, nieto de Isaac Albéniz, "aparte de las cejas y la cara", dice Eduardo Haro Tecglen, la música... "Ruiz-Albéniz interrumpía la música para que sus nietos siguieran de memoria la melodía...".

Joaquín Leguina, su contrincante más famoso (fuera de su partido), dice que es un mal enemigo y un buen amigo, leal; le trató con mucha deferencia después de vencerle en las elecciones de 1995, pero antes le zahirió.Es un verdadero melómano. Dice que cuando tenga tiempo querría ser comentarista de música. ¿Tendrá tiempo pronto? Los domingos, después de ir a misa con su mujer (Mar Utrera, una gran lectora, lee para una editorial) y sus cuatro hijos, se agarra a una moto muy potente y viaja por la Comunidad, perdón, por la ciudad. En la moto no se sabe que lleve paracaídas.

El alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón

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