PERSONAJES

El campeón cambia el ritmo

Lance Armstrong combina su preparación para el sexto Tour con la gira europea de su nuevo amor, la cantante Sheryl Crow

Hubo tiempos en que los campeones ciclistas, ascetas de la carretera durante las grandes competiciones, vivían vidas turbulentas nada más bajarse de la bicicleta. Vidas de escándalo para las ñoñas, católicas, sociedades de hace 40, 50 años, guiadas por un ansia irrefrenable de libertad, por el amor. Fausto Coppi, el campionissimo de los años 40 y 50, dejó a su mujer, se divorció, y se dejó llevar por la atracción de la Dama blanca, la misteriosa, demonizada joven que había dejado a su marido para vivir en la carretera la vida del épico ciclista, contrahecho y único.

Janine...

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Hubo tiempos en que los campeones ciclistas, ascetas de la carretera durante las grandes competiciones, vivían vidas turbulentas nada más bajarse de la bicicleta. Vidas de escándalo para las ñoñas, católicas, sociedades de hace 40, 50 años, guiadas por un ansia irrefrenable de libertad, por el amor. Fausto Coppi, el campionissimo de los años 40 y 50, dejó a su mujer, se divorció, y se dejó llevar por la atracción de la Dama blanca, la misteriosa, demonizada joven que había dejado a su marido para vivir en la carretera la vida del épico ciclista, contrahecho y único.

Janine, hace 45 años, renunció a su marido médico, a la seguridad, aburrimiento, de una vida pequeño burguesa en una ciudad de provincias francesa, para seguir todas las etapas, sin perderse ninguna, para ser la guía, la chófer, critériums y carreras, la secretaria, la mujer para todo, la heroína y la musa, la rubia que brillaba a la sombra de Jacques Anquetil, de un niño seis años más joven que ella, del primer ciclista libérrimo, del primer ciclista que ganó cinco Tours.

Eran otros tiempos, otros valores. Llegado el siglo XXI el escándalo se convierte en cotilleo, en página de prensa rosa, en asunto de showbusiness, en rutina. Los campeones no olvidan la báscula, ni el entrenamiento, ni las pesas, ni la bicicleta hasta en lo más crudo del invierno. Y las mujeres tampoco son iguales. A veces los papeles se invierten. O se igualan.

Sólo la carretera permanece. El Tour y los campeones.

Sheryl Crow, la estrella norteamericana del rythm and blues, el rock y el country, está de tourné por Europa. Etapas en Londres (domingo, lunes y martes pasados), París (jueves), Bruselas (viernes), Colonia (ayer), Copenhague (hoy), Berlín (mañana) y Múnich (el jueves próximo). Vida en la carretera. O en las vías del tren. O en los aeropuertos. Y siguiéndola, como un groupie, como un miembro más de la banda, Lance Armstrong, chupa vaquera forrada de borreguillo, brillo de felicidad en los ojos, una bicicleta desmontada en el vagón de equipajes, el último ciclista que ha ganado cinco Tours, el tejano que quiere ser el primer ciclista de la historia que gana seis Tours, de nuevo en la carretera, musa e inspiración de la cantante que nunca olvida su cita de julio en Francia, su gran objetivo. Vida de campeón sin escándalos, sin turbulencias, sin desgarros. Con entrenamientos cotidianos. Paseos en bicicleta.

El viernes por la tarde, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, aprovechando que Crow, su amiga, actuaba en Bruselas, Armstrong accedió a los deseos de Berry Floor, su sponsor belga y concedió una conferencia de prensa. En la última fila, de incógnito, enormes gafas de sol, Sheryl Crow, 41 años, nueve más que el ciclista. En el estrado, feliz, Armstrong, el chaval al que le gustaba hacer el macarra con la bicicleta por las calles de Plano, en los suburbios de Austin, el superviviente del cáncer, contaba su nueva vida, su último paseo por los Campos Elíseos, la avenida que le ha coronado el último domingo de los cinco últimos julios.

"Monté la bicicleta en el hotel Crillon [el lujoso establecimiento de la plaza de la Concordia donde Armstrong se cambia de ropa después de bajar del podio del Tour] y como un parisino más me lancé por los Campos Elíseos, peligrosos, llenos de coches, subí hasta el Arco del triunfo, seguí más arriba hasta el bosque de Bolonia y por allí paseé, anónimo, unas cuantas horas", dijo Armstrong, norteamericano con casa en Girona, recién divorciado, enamorado de una cantante de rock, pretendiente al sexto Tour. "Tengo más ganas de ganar el sexto que las que tuve antes del quinto, o eso creo", dijo. "Pero las nuevas circunstancias familiares me obligarán a cambiar mi calendario. Otros años me pasaba en Europa de febrero a septiembre. Ahora, si quiero ver a mis tres hijos, deberé estar en Tejas en abril y mayo, por lo que sólo estaré un mes en Girona. Preferiría perder el Tour antes que pasarme seis o siete meses lejos de mis niños".

Lance Armstrong.ASSOCIATED PRESS

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