Crónica:

El milagro Herminator continúa

El esquiador austriaco vuelve a superar su gravísima lesión y a ganar

"Es el comienzo de una nueva carrera. Necesito olvidar todo lo que pasó antes del accidente. He perdido dos años y lo que quiero es mejorar aún más en la temporada". Fueron las rotundas palabras de Hermann Maier el domingo tras ganar en la pista de Lake Louise (Canadá) el primer supergigante de la nueva Copa del Mundo. El vencedor de esa prueba, que cumplirá los 31 años el próximo domingo, no había sido un esquiador cualquiera. El austriaco no sólo pasará a la historia del deporte como una de las grandes figuras de todos los tiempos, sino como alguien aún más importante: el que renació dos vec...

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"Es el comienzo de una nueva carrera. Necesito olvidar todo lo que pasó antes del accidente. He perdido dos años y lo que quiero es mejorar aún más en la temporada". Fueron las rotundas palabras de Hermann Maier el domingo tras ganar en la pista de Lake Louise (Canadá) el primer supergigante de la nueva Copa del Mundo. El vencedor de esa prueba, que cumplirá los 31 años el próximo domingo, no había sido un esquiador cualquiera. El austriaco no sólo pasará a la historia del deporte como una de las grandes figuras de todos los tiempos, sino como alguien aún más importante: el que renació dos veces de las cenizas blancas tras una gravísima lesión.

El doble campeón olímpico en Nagano 98, triple ganador de la Copa absoluta y de nueve parciales, con un total de 43 triunfos en pruebas, fue el esquiador que marcó una época después de Alberto Tomba y que aún llegó más lejos, pues el italiano se redujo a las pruebas de habilidad -eslálones y gigantes- mientras él alargó su polivalencia desde los gigantes a los más rápidos descensos, pasando por los supergigantes. Pero, cuando su fama y su dominio eran absolutos, un gravísimo accidente de moto, en agosto de 2001, estuvo a punto de costarle la pierna derecha y casi nadie dio ya nada por su recuperación en la élite.

Sin embargo, tras 17 meses de calvario, Maier confirmó que seguía siendo Herminator, una fuerza de la naturaleza en la vida y en competición con sus 1,81 metros de estatura y 92 kilos de peso. El 14 de enero de este año, mediada ya la pasada temporada, volvió para probarse con vistas a los Mundiales. Lo hizo en Adelboden (Suiza), en el supergigante -la prueba que mejor se adapta a su potencia y destreza, una mezcla de gigante y descenso- y 13 días más tarde ganó el de Kitzbühel (Austria). El asombro aumentó cuando el 2 de febrero logró su quinta medalla mundial, de plata, curiosamente compartida con la última gran estrella, el estadounidense Bode Miller.

Pero su pierna no estaba para muchos más trotes y dejó la campaña para completar la rehabilitación. Le quitaron la barra de 36 centímetros que le sirvió casi de tibia y peroné, así como los tornillos que la sujetaban, pero le quedó una tendinitis del tendón rotuliano. La élite produce mecanos, en su caso más que justificado. Pero nada le detiene. Se rompió una costilla al chocar con una puerta entrenándose para el primer gigante de la actual campaña en Sölden (Austria) y, aun así, bajó y fue el 16º. Ya con el circo blanco en Norteamérica, fue 7º en el de Park City (Estados Unidos) y 9º en el descenso, antes de su última gloria. El milagro Herminator continúa.

Hermann Maier, durante su bajada en el supergigante del domingo en Lake Louise (Canadá).REUTERS

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