Muchos títulos y poca calidad en el Festival de Cine de Sitges

Un deshonesto filme francés lleno de sangre, Haute tension, de Alexandre Aja, y una anodina recreación de los principales personajes del cine de animación de la Warner Bros., Looney Tunes: Back in Action, de Joe Dante, fueron ayer las principales propuestas de la extenuante 36ª edición del Festival de Cine de Sitges. La sorpresa, en tono menor, vino de Tailandia. Ong-bak de Prachya Pinkaew, una sólida, vigorosa y explícita película de acción y combates de muay thai, el boxeo tailandés que se combate también con las piernas, hecha sin trucos y a mil tortazos (reales)...

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Un deshonesto filme francés lleno de sangre, Haute tension, de Alexandre Aja, y una anodina recreación de los principales personajes del cine de animación de la Warner Bros., Looney Tunes: Back in Action, de Joe Dante, fueron ayer las principales propuestas de la extenuante 36ª edición del Festival de Cine de Sitges. La sorpresa, en tono menor, vino de Tailandia. Ong-bak de Prachya Pinkaew, una sólida, vigorosa y explícita película de acción y combates de muay thai, el boxeo tailandés que se combate también con las piernas, hecha sin trucos y a mil tortazos (reales) por minuto, llenó el vacío que deja una retahíla de títulos de esos que se olvidan a los pocos minutos de haberlos visto.

Haute tension, segunda película del joven francés Alexandre Aja (25 años), propone un gratuito baño de sangre, pero también algo más siniestro: cruza la frontera ética en su relación con el espectador, al que manipula. Al final nos advertirá de que todo lo que hemos visto es, en realidad, del todo diferente.

Pensada como una película para niños, Looney Tunes: Back in Action cuenta con una débil línea argumental como excusa para la mezcla de imágenes reales (protagonizadas por Brendan Fraser y un histriónico Steve Martín) y animadas, y en las que campan el Pato Lucas, Bugs Bunny y el resto de las criaturas de la Warner. Se estrena el próximo viernes en España.

Ong-bak, el itinerario entre ritual y siniestro por los bajos fondos de Bangkok de un joven campesino tras la cabeza robada de una estatua de Buda, provocó aullidos de complacencia en el público.

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