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La compañía MOMIX nace en el año 1980, cuando dos miembros del grupo Pilobolus, Alison Chase y Moses Pendleton, se empeñan en crear viñetas breves en un género de baile de gran plasticidad corporal y realizados con "bailarines ilusionistas". Pilobolus fue creado en 1971, como un híbrido entre gimnástica, mimo y danza (lo que aún vemos miméticamente en MOMIX), de gran éxito con el público y con la crítica de la época y hubo quien dijo ya entonces si aquello era verdaderamente danza o sólo un eficaz vehículo de entretenimiento comercial.
MOMIX vino por primera vez a Europa en 1982 portand...
La compañía MOMIX nace en el año 1980, cuando dos miembros del grupo Pilobolus, Alison Chase y Moses Pendleton, se empeñan en crear viñetas breves en un género de baile de gran plasticidad corporal y realizados con "bailarines ilusionistas". Pilobolus fue creado en 1971, como un híbrido entre gimnástica, mimo y danza (lo que aún vemos miméticamente en MOMIX), de gran éxito con el público y con la crítica de la época y hubo quien dijo ya entonces si aquello era verdaderamente danza o sólo un eficaz vehículo de entretenimiento comercial.
MOMIX vino por primera vez a Europa en 1982 portando la herencia estética de Pilobolus, la idea de crear verdaderas esculturas humanas, con toques poéticos y surrealistas. Ahora incluso ha agregado una bailarina sobre las puntas (que maneja con bastante torpeza), unas evoluciones de hip-hop (break dance) y el artilugio oscilante que ya tenía más de 15 años ha sido modificado de su circularidad a una elipsis: pero sigue siendo un objeto típicamente circense.
Opuscactus
Opuscactus, de MOMIX: Dirección: Moses Pendleton. Coreografías: Brian Sanders. Luces: Joshua Starbuck y M. P. Vestuario: Phoebe Katzin. Diseño de marioneta: Michael Curry. Escultura: Alan Boeding. Dirección técnica: Jeffrey Main. Regiduría: Douglas McNicol. Música: Adam Plack, Brian Eno, José Nieto, Dead Can Dance y otros. Teatro Albéniz. Madrid, 26 de noviembre.
Opuscactus es un conjunto de imágenes frías y repetitivas, hasta agresivas por momentos; un bestiario fantástico que al espectador le gustará si le gustan los documentales de animales. En la obra se incita más a la relajación que a la reflexión en un compendio de hallazgos personales con influencias ajenas (demasiado evidentes) como el Na Zabradlí (Teatro Negro de Praga), el desaparecido Pupper and Bread Theatre y la herencia de Nikolais, entre otros. Todo sin el humor y la frescura de otras visitas de MOMIX de antaño.
Ritmo plano
Es como si la vacuidad presente sea el resultado de una sofisticación de gran exigencia técnica en lo acrobático y lo espectacular, pero sin nada más detrás. En otras palabras: MOMIX pisa sobre sus propias huellas y de paso borra su encanto en un ritmo plano, monocorde, sin justificación en lo escénico. Puede que hoy MOMIX sea más coreográfico y más coral, pero su resultado es más débil e insustancial. Acaso la danza acrobática en sus ramales más distantes traiga de nuevo la discusión de que precisamente en esos alardes está su principal limitación y su cuestionamiento.
Naturalmente, esto no excluye que el público que llenaba el teatro Albéniz de Madrid estuviera encantado, aplaudiera largamente, gritara bravos, pidiera bises.