España se cierra todas las puertas

España no irá a los Juegos de Atenas 2004. Jugó mucho mejor que Suecia, pero no sirvió. Toneladas de oportunidades y minutos y minutos de posesión quedaron desactivados por un simple contraataque de dos pases. España hizo saltos mortales y logaritmos. Suecia la voltereta hacia adelante y sumas con los dedos. Pero en el global de la eliminatoria los nórdicos marcaron tres goles. España, sólo uno. Lo que cuenta.

Arteta y Parri se repartieron con ecuanimidad la tarea de agujerear a la primera línea defensiva sueca, de desordenarla y obligarla a batirse en dispersa retirada. Cuando la pelot...

España no irá a los Juegos de Atenas 2004. Jugó mucho mejor que Suecia, pero no sirvió. Toneladas de oportunidades y minutos y minutos de posesión quedaron desactivados por un simple contraataque de dos pases. España hizo saltos mortales y logaritmos. Suecia la voltereta hacia adelante y sumas con los dedos. Pero en el global de la eliminatoria los nórdicos marcaron tres goles. España, sólo uno. Lo que cuenta.

Arteta y Parri se repartieron con ecuanimidad la tarea de agujerear a la primera línea defensiva sueca, de desordenarla y obligarla a batirse en dispersa retirada. Cuando la pelota cruzaba la línea de medios y los centrocampistas escandinavos iniciaban la desbandada general, los defensas, sensibles al efecto dominó y con el refuerzo de los medios huidos, se atornillaban al punto de penalti. Ninguno de los dos tuvo que dedicarse a labores de demolición, porque, en frente, no había nada que destruir.

Con la zona de tres cuartos desierta, Valdo y Jorge intercambiando las posiciones de interior diestro y mediapunta, se encargaban de aumentar los niveles de ansiedad del portero, Isaksson, bastante nervioso e inseguro. Riera trabajaba como autónomo explotando un próspero negocio de servir balones al área. Y Rubén, rodeado de zagueros, intentaba sin éxito, excepto en su gol, buscar algún espacio libre, pero fijando la posición de los centrales.

Riera, un jovencito exiliado en Burdeos, fue un manual ilustrado de cómo se debe jugar por la banda. Atento al desmarque y a las posiciones de ventaja, técnico, muy fuerte, rápido, y templado y preciso en el pase. Tampoco fue tímido a la hora de tirar a puerta. Dos remates secos desde el pico izquierdo del área suyos en los minutos finales del primer tiempo estuvieron muy cerca de ser gol. En el segundo periodo se desinfló algo, aunque siguió abriendo el campo por su banda.

Y es que Suecia, como se esperaba, defendió mucho. Pero, en contra de todos los pronósticos, defendió mal. Otra cosa es que, a pesar de sus carencias, el resultado le favoreciera, pero en ningún momento cerró con un mínimo de inteligencia las líneas de conexión españolas, muy fluidas durante todo el partido.

¿Y atacar? Los suecos, mayoritariamente, son unos tipos altos, rubios y pálidos. Como los noruegos, sí. Y, como a sus vecinos, les gusta que la pelota viaje sin descanso por las alturas. Y si el rechace cae cerca de Elmander, un delantero enorme, pues mejor. Y si no, pues a seguir esperando que, a veces, como ayer, la paciencia inmóvil da buenos resultados. Aguardan, eso sí, todos muy juntitos y escalonados, y presionando arriba. Sólo se escaparon ayer de ese estereotipo los dos jugadores de la banda izquierda, el lateral Dorsin, menos, y, sobre todo, el interior Ishizaki. Éste más habilidoso que el resto y con cierta predisposición de jugar la pelota.

Con el paso de las oportunidades, con la repetición del fallo en el último paso, en el remate, la selección se fue desordenando. Lo que no quiere decir que no siguiera haciendo ocasiones de todos los colores. Desapareció el centro del campo y todo el juego se concentró en el área sueca. Jorge y Valdo se marcharon a la ducha y Santisteban, el técnico español, resolvió que la batalla no se libraba ya en el terreno de la habilidad. La idea era que alguien consiguiera, por fin, meter la pelota entre los tres palos. Y alguien lo consiguió: Hysen.

En ese momento, muy poco después de la doble sustitución, la granada de mano que escondían los suecos hizo saltar todo por los aires, incluidos los deseos de Casillas y Torres de saber como son unos Juegos Olímpicos. Farnerud, casi sin querer, se encontró la pelota y muchos metros para conducirla en el centro del campo. Decidió correr en paralelo a la línea de banda sin despegar demasiado la vista del balón. Bueno sí, lo suficiente para ser capaz de mandar el balón manso al punto de penalti para que Hysen rematase raso. La convicción, bastante fundamentada, de España de que era imposible recibir un gol de un equipo como el sueco, facilitó la tarea de los nórdicos. Una economía de esfuerzos que alimentó las esperanzas españolas. Al final, un marcador con banderitas de colores lo ponía muy claro: España no estará en los Juegos.