Entrevista:PERSONAJE

'Le Roi' lo ve todo

Rigaudeau, ganador de dos Euroligas y ex jugador de la NBA, impulsa al Pamesa con su liderazgo y sus puntos

Habían pasado pocos minutos del partido de presentación del Pamesa, ante el Cibona de Zagreb, cuando Antoine Rigaudeau se salió de la pista, se acercó a una valla publicitaria y se escurrió el pantalón con las dos manos. Un chorro de sudor cayó al suelo. ¡Estaba empapado pese a que no había acabado el primer cuarto! La gente que presenció la escena se quedó alucinada. Era la primera vez que el escolta francés jugaba en la Fonteta ante su nueva afición y la grada comenzó ese día a reverenciar a



Le Roi, El Rey, como es conocido. Lo mismo ha sucedido en...

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Habían pasado pocos minutos del partido de presentación del Pamesa, ante el Cibona de Zagreb, cuando Antoine Rigaudeau se salió de la pista, se acercó a una valla publicitaria y se escurrió el pantalón con las dos manos. Un chorro de sudor cayó al suelo. ¡Estaba empapado pese a que no había acabado el primer cuarto! La gente que presenció la escena se quedó alucinada. Era la primera vez que el escolta francés jugaba en la Fonteta ante su nueva afición y la grada comenzó ese día a reverenciar a

Le Roi, El Rey, como es conocido. Lo mismo ha sucedido en el vestuario.

Nacido en Cholet (Francia) en diciembre de 1971, Rigaudeau siempre imitó a su hermano mayor, de cinco años más. Siempre le seguía a todas partes, como el día en que ambos fueron a inscribirse en el equipo de fútbol de la ciudad y se quedaron sin plazas.

Pocos meses después, a 200 metros de la casa de la familia, se creó el club Cholet de baloncesto. Su hermano fue a apuntarse; Rigaudeau, también. A sus siete años, comenzó a descubrir una comprensión grandiosa del deporte de la canasta. A los 15 debutó en el primer equipo profesional. "Era igual de inteligente y buen jugador que ahora", recuerda Eric Girard, su técnico en las categorías inferiores.

Su carrera se disparó cuando en un año creció 15 centímetros -ahora mide 2 metros-. Jugó siete temporadas en el Cholet, fue nombrado cuatro veces consecutivas el mejor jugador de la Liga francesa y en 1995 fichó por el Pau Orthez. De él dio el salto dos cursos después al Kinder de Bolonia, el equipo que le coronó como una referencia del baloncesto europeo. Compartió la cancha con Savic, Danilovic, Abbio y Nesterovic y en cinco temporadas ganó dos Euroligas y dos Ligas y tres Copas italianas. A ello suma la plata olímpica en Sidney 2000 con Francia, con la que fue internacional 95 veces y de la que se retiró entonces. "Era una estrella y lo sigue siendo", dice Danilovic.

Le Roi necesitaba nuevos retos y el Dallas Mavericks, de la NBA, era uno de ellos. A Rigaudeau, sin embargo, se le exigió jugar de alero frente a tipos mucho más fuertes que él y apenas entró en juego: 11 partidos, a ocho minutos y 1,5 puntos de media. Así que este verano aceptó la llamada del Pamesa para impartir clases en la Liga ACB. En dos meses se ha convertido en un líder y en el máximo anotador.

"Por momentos, es imparable. Puede jugar de base, de escolta o de alero y es muy profesional. Le gusta la vida de equipo. Jugando con él, notas la tranquilidad en la cancha. Siempre lo tiene todo bajo control", cuenta Alessandro Abbio, su compañero en el Pamesa y antes en el Kinder. Juntos ganaron la Euroliga en 1998 y 2001. "Conoce el juego como nadie. No es un anotador; es un grandísimo conocedor del baloncesto que aporta puntos y liderazgo, cosas que no se ven", le define su técnico, Paco Olmos.

En un vestuario desconocido para él, en un nuevo país y una nueva ciudad, sorprende la capacidad de Rigaudeau para adaptarse. Ya desde el principio comenzó a dar órdenes a gente como Tomasevic, campeón del mundo; Oberto, subcampeón; Luengo, el capitán... Todos obedecen al "jefe tranquilo". "Cuando empieza a hablar, todos le escuchan y siguen sus consejos", concluye Abbio.

Contra el Girona, ayer (88-68), jugó de base por las lesiones de Popovic y Montecchia y dirigió al equipo con maestría: 26 puntos, dos rebotes, dos asistencias, seis faltas recibidas. Sus compañeros le buscan en los instantes decisivos. Como en la Euroliga. En el debut del Pamesa en el torneo, Rigaudeau firmó dos grandes partidos ante el Benetton y el Olympiakos: dos victorias. Todos miran al 44, el dorsal que ha elegido. Cambia de número cuando cambia de equipo y en el Cholet llevaba el 4.

Fuera de la pista transmite la misma tranquilidad. Vive en L'Eliana, a unos 20 kilómetros de Valencia, con su esposa, Claude, y sus dos hijos, y habla español con soltura. Se ha integrado. Ayer la Fonteta le despidió puesta en pie.

Rigaudeau, ayer en el encuentro Pamesa-Girona.JOSÉ JORDÁN

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