Crítica:ÓPERA | 'Tosca'

Apoteosis de la diva

Come la Tosca in teatro. Ya que el público va al teatro a ver una cantante que interpreta a una cantante, Robert Carsen sitúa la acción de la celebérrima ópera de Puccini en un teatro. Para el director de escena canadiense, Floria Tosca es la diva por excelencia, una mujer que actúa y sobreactúa en cada minuto de su vida, incapaz de distinguir entre realidad y ficción. Todo lo que sucede en el montaje de la Ópera de Amberes que presenta el Liceo muestra a Tosca viviendo su drama en el teatro, único espacio que alimenta su melodramática personalidad. La vida es puro teatro y la diva, que...

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Come la Tosca in teatro. Ya que el público va al teatro a ver una cantante que interpreta a una cantante, Robert Carsen sitúa la acción de la celebérrima ópera de Puccini en un teatro. Para el director de escena canadiense, Floria Tosca es la diva por excelencia, una mujer que actúa y sobreactúa en cada minuto de su vida, incapaz de distinguir entre realidad y ficción. Todo lo que sucede en el montaje de la Ópera de Amberes que presenta el Liceo muestra a Tosca viviendo su drama en el teatro, único espacio que alimenta su melodramática personalidad. La vida es puro teatro y la diva, que en el templo del arte es ídolo y al tiempo sacerdotisa suprema, vive para ser adorada por sus admiradores. Y para dar sentido a su propuesta, Carsen nos convierte a todos en admiradores de Floria Tosca.

Tosca

De Puccini. Intérpretes principales: Paoletta Marrocu, Franco Farina, Robert Hale, Stanislav Shvets, Alfredo Mariotti, Francisco Vas y Vicenç Esteve Corbacho. Cor Vivaldi. Orquesta y Coro del teatro del Liceo. Director musical: Giuliano Carella. Dirección de escena: Robert Carsen. Producción de la Ópera de Amberes (Bélgica). Teatro del Liceo. Barcelona, 5 de noviembre.

Vemos a una diva tan enferma de teatro y de fama que convierte la realidad en melodrama: el resto de los personajes de la ópera, y el público, somos meras comparsas de su propio mundo. Es una buena propuesta para montar una Tosca diferente, algo más arriesgado e interesante que reproducir los escenarios romanos mil veces vistos. Sin entrar en el juego pirandelliano, ves el drama pucciniano a través de los ojos de la diva. Pero el juego de espejos, que borra del mapa cualquier atisbo de realismo escénico, no siempre funciona. Carsen sacrifica tantas cosas en su glorificación de la diva que al final necesitas gafas para reconocer el paisaje emocional que Puccini pinta con sus más apasionados colores veristas.

La soprano Paoletta Marrocu, que no es una diva en la vida real, está espléndida en su caracterización. La voz es importante, aunque la densidad orquestal le obliga a forzarla al límite. Lo mejor, su fraseo intenso. Ha sido alumna de Renata Scotto, gran intérprete pucciniana, y sigue su ejemplo, buscando los colores, los acentos, el gesto y la intención dramática que reclama la vocalidad pucciniana. Se llevó, con justicia, los más entusiastas aplausos. Al tenor Franco Farina le falta efusividad lírica y calor para conquistar a un público acostumbrado a voces que han hecho historia dando vida a Cavaradossi. Tiene una sólida voz y, aunque no es un prodigio de elegancia, el público premió su eficaz actuación. El lunar del reparto fue el barítono Robert Hale, al que se le atragantó un bombón tan rico en calorías como es el papel de Scarpia. En el foso, Giuliano Carella obtuvo una solvente respuesta de la orquesta y el coro en una lectura contundente pero sin violencia exacerbada.

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