FÚTBOL | Liga de Campeones

Juanfran, el extremo que viene

Un chico nuevo, de rasgos afilados, con la piel bien pegada a la calavera, ocupó uno de los asientos en el avión que transportó al Madrid hasta Belgrado. Había pleno de estrellas. Figo estaba inmerso en las peripecias de la película que veía en su pequeño portátil; Raúl dormía ajeno a todo lo que pasaba a su alrededor, si eso es posible en el jugador al que no se le escapa nada; Ronaldo charlaba con la satisfacción de costumbre; Zidane atendía a los pasajeros que se le acercaban; Beckham oficiaba con pulcritud y discreción su papel de ídolo. Detrás de ellos, en la penúltima fila, Juanfran Torr...

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Un chico nuevo, de rasgos afilados, con la piel bien pegada a la calavera, ocupó uno de los asientos en el avión que transportó al Madrid hasta Belgrado. Había pleno de estrellas. Figo estaba inmerso en las peripecias de la película que veía en su pequeño portátil; Raúl dormía ajeno a todo lo que pasaba a su alrededor, si eso es posible en el jugador al que no se le escapa nada; Ronaldo charlaba con la satisfacción de costumbre; Zidane atendía a los pasajeros que se le acercaban; Beckham oficiaba con pulcritud y discreción su papel de ídolo. Detrás de ellos, en la penúltima fila, Juanfran Torres, conocido como Juanfran a secas en las divisiones inferiores del Real Madrid, observaba con atención, pero con gesto impasible, el trajín que se desarrollaba a su alrededor. Pocos habían reparado en él. Helguera no tenía noticias. "¿Cómo se llama? ¿Juanfran? No sé, quizá ha jugado con nosotros en algún entrenamiento".

Por desconocido que ahora sea, Juanfran no es cualquier cosa. Con 18 años, juega de titular en el segundo equipo del Real Madrid, en Segunda B. Es un futbolista flaco, bien proporcionado -mide 1,80 y pesa 70 kilos-, de mirada retadora, como conviene a los buenos extremos. Juanfran lo es. Uno que promete en el fútbol, tanto que se le considera el sucesor natural de Figo, por encima de Núñez, el otro extremo derecha en un avión que iba cargado de extremos. Para saber de sus indudables cualidades, basta verle en los duros partidos matinales del Real Madrid B frente a equipos con jugadores resabiados. Tiene la habilidad que se espera en los oficiantes de las alas y una rapidez que no abruma, pero que le resulta suficiente para ganar a los laterales porque la maneja con amagos y el sentido justo para esconder la pelota a los laterales, muchos de los cuales no toleran su insolencia.

A Juanfran le castigan los tobillos con una frecuencia que los árbitros admiten con demasiada naturalidad. No saben que la cualidad que verdaderamente le distingue es la aspereza. Juanfran pertenece a una raza poco común en los jugadores criados en las escuelas de los grandes clubes: es valiente y poco olvidadizo. Si le pegan, no lo olvida. Volverá a buscar al lateral y le desafiará nuevamente. "Quiero ser como Raúl o como Figo, mis preferidos. Ellos reciben pero son fríos. Saben encajar y cómo responder". En el Madrid se tienen las mejores referencias de Juanfran. Por edad debería jugar en el juvenil A, pero da la sensación de estar llamado a mayores empresas. No parece impresionado por la magnitud del salto.

Nacido en enero de 1985 en Crevillente (Alicante), fue descubierto por los ojeadores del Madrid en el Kelme Elche. "Jugaba de media punta. En el Madrid me colocaron de extremo. Estoy aprendiendo los trucos del puesto". Aprende rápido. Dice que "los extremos tienen que ser pacientes, porque hay largas fases en las que no te llega el balón". También dice que ya no se empeña en regatear a una fila de defensas. "Si se me vienen dos, toco la pelota rápido, pero si encuentro la oportunidad en el mano a mano con el lateral, no dudo. Voy a por él". Vive en el barrio del Pilar, en un piso alquilado, junto a dos compañeros. Está en el último curso del bachillerato y no desdeña la idea de estudiar periodismo. Habla de ello con la cabeza en otra parte: está convencido que será futbolista, y de los buenos. "Sólo necesito una oportunidad, no la desaprovecharé".

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