Reportaje:

El don repentino de Jorge

El canario del Atlético confiesa que hasta este curso nunca había ensayado ni tirado las faltas

Jorge Larena Avellaneda (Las Palmas, 29 de septiembre de 1981) cuenta su nueva faceta de frío ejecutor de tiros libres casi riéndose. Lo hace divertido, con la voz canaria de consonantes suaves y vocales abiertas teñida de alegría y sorpresa: "No sé... Nadie me enseñó y a mí nunca me dio por tirar las faltas. Ni en Las Palmas ni aquí, en Madrid, con Luis Aragonés. Nunca se me ocurrió hasta este año". Jorge ha marcado dos de los cuatro goles del Atlético. Los dos, de golpe franco. Los dos por la escuadra. Y los dos se han traducido en seis de los siete puntos que lleva el club madrileño.
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Jorge Larena Avellaneda (Las Palmas, 29 de septiembre de 1981) cuenta su nueva faceta de frío ejecutor de tiros libres casi riéndose. Lo hace divertido, con la voz canaria de consonantes suaves y vocales abiertas teñida de alegría y sorpresa: "No sé... Nadie me enseñó y a mí nunca me dio por tirar las faltas. Ni en Las Palmas ni aquí, en Madrid, con Luis Aragonés. Nunca se me ocurrió hasta este año". Jorge ha marcado dos de los cuatro goles del Atlético. Los dos, de golpe franco. Los dos por la escuadra. Y los dos se han traducido en seis de los siete puntos que lleva el club madrileño.

"Gregorio Manzano me comentó que me uniese al grupo que se queda a practicar, con Paunovic y Rodrigo", dice Jorge. Y él, disciplinado, se afana tras cada entrenamiento en sortear barreras y buscar ángulos imposibles para el portero. "La semana previa al partido contra el Mallorca no metí ni una. Quedé el último en la liguilla con los compañeros", comenta. Sin embargo, cuando en el último minuto del partido contra el nuevo conjunto de Luis, Torres, uno de sus íntimos, forzó una falta cerca de la frontal del área, vio que era suya. "Sabía que la podía meter", dice.

Aprovechó el alboroto que se formó por discutir unos centímetros de barrera más acá o más allá para cambiar de sitio la pelota y ponerla un poco más centrada. "Montamos un follón para tapar la visión al guardameta [Miki]", dijo ayer Simeone. Después, Jorge vio que nadie cubría el palo del portero y, en contra de todo lo que había ensayado sin éxito en los últimos días, tiró hacia el ángulo más largo. El balón entró limpio, suave, con un mensaje de triunfo rojiblanco. "Siempre disparo hacia el otro lado, pero lo vi muy claro", relata Jorge.

Entonces corrió como un loco y se tumbó en el suelo aguardando a que todos sus compañeros, sin excepción, le cubrieran con sus abrazos y dejasen sólo a la vista del público sus pies. Luego, se levantó, recibió un beso de Torres, saludó desde el centro del campo y regaló su camiseta a los aficionados. "Da mucha más alegría marcar en el último minuto", resume.

Pero el secreto del éxito de Jorge no tiene, según él, ningún secreto. "Nadie me ha enseñado y a mí nunca me ha llamado la atención. Nunca me he fijado en nadie", insiste antes de achacar su repentino talento a una suerte de "facilidad natural".

Hasta la fecha, Jorge es uno de los jugadores de la Liga que más goles ha metido de falta Tantos como el bético Assunçao, por ejemplo. Y más que el madridista Roberto Carlos. Y, además, sin jugar todos los partidos. Porque no es titular en el Atlético. En su puesto juega Ibagaza. Y, claro, le toca aguardar su ocasión en el banquillo desde que el argentino se recuperó, hace ya cuatro jornadas, de sus molestias en un muslo.

El canario, que disputó ante el Mallorca su 100º partido en la Primera División, sí es fijo en la selección española sub 21, dirigida por Juan Santisteban, y tiene contrato con el Atlético hasta 2006. Mucho tiempo por delante para exhibir su nuevo don.

Jorge golpea el balón en la falta que dio al Atlético el triunfo sobre el Mallorca.DIARIO AS

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