Crítica:LA LIDIA | Feria de San Lucas

Frialdad ante el exceso de mansedumbre

Con más pena que gloria discurrió la tercera corrida de la feria de Jaén. Sólo algunos destellos de un entregado Morante de la Puebla salvaron una tarde que había generado expectación por la presentación en Jaén del torero revelación de la temporada, César Jiménez, al igual que el malagueño Salvador Vega. Al final, la mansedumbre y falta de fuerza del ganado de Antonio Gavira resultó determinante para el resultado final de una corrida que no quedará en el recuerdo de los aficionados al toreo.

Morante de la Puebla lo intentó en su primer toro, inválido y noble. Estuvo aseado en el toreo ...

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Con más pena que gloria discurrió la tercera corrida de la feria de Jaén. Sólo algunos destellos de un entregado Morante de la Puebla salvaron una tarde que había generado expectación por la presentación en Jaén del torero revelación de la temporada, César Jiménez, al igual que el malagueño Salvador Vega. Al final, la mansedumbre y falta de fuerza del ganado de Antonio Gavira resultó determinante para el resultado final de una corrida que no quedará en el recuerdo de los aficionados al toreo.

Morante de la Puebla lo intentó en su primer toro, inválido y noble. Estuvo aseado en el toreo a media altura, aunque su faena no transmitió ninguna emoción al tendido. Mató de una estocada trasera y saludó desde el tercio de la plaza. Mucho más estilista se mostró en el segundo de su lote, un toro noble y sin fuerza, para no variar. El torero sevillano se lució en dos series cortas, sobre todo por la derecha y se gustó con varios adornos, sin que faltara el pase de las flores. Mató de un pinchazo hondo y dos descabellos y recibió el único trofeo de la tarde.

Había interés en Jaén por ver el debut en esta plaza del madrileño César Jiménez. Pero tampoco tuvo suerte en su lote. En su primero, un toro anodino, mansote y flojo, intentó algunas series a media altura, pero le faltó la profundidad necesaria para sacarle más partido al animal. Mató de un pinchazo y estocada trasera y recibió saludos. En el quinto, un toro muy corto de pitones y manso descarado que creó el desconcierto en el coso de La Alameda, el diestro madrileño volvió a abusar de su toreo superficial sin transmitir grandes sensaciones. Mató de media estocada y, pese a la masiva petición de oreja del público, sólo recibió saludos desde el tercio.

Tampoco tuvo suerte Salvador Vega, al que le tocó en suerte el peor lote. En el cuarto de la tarde, un toro falto de fuerza pero quizá el de mayor genio y casta, el diestro de Málaga hilvanó tres series de muletazos con la izquierda y el público supo reconocer su atrevimiento para un toreo de mayor profundidad.

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