Reportaje:CICLISMO

El talismán Antequera

Con cuatro oros, dos platas y dos bronces en siete años de Mundiales, el valenciano es el seleccionador español de cualquier deporte más laureado

Cojamos a Franco Ballerini, por ejemplo. El seleccionador italiano es un ex ciclista meticuloso y perfeccionista. Como corredor, perseveró hasta que ganó la París-Roubaix, el grial del clasicómano. Como buen italiano, mamó el ciclismo de las pruebas de un día, lo destruyó, lo reconstruyó, lo analizó, lo vivió. Colgada la bici, canalizó sus energías, su sabiduría, hacia el Mundial, su nuevo fetiche. Hace dos años visitó Hamilton. Eligió el hotel mejor situado. Analizó el recorrido. Lo calculó todo. Pergeñó su estrategia. Definió cómo sería la carrera, qué habría que hacer para ganarla, quién...

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Cojamos a Franco Ballerini, por ejemplo. El seleccionador italiano es un ex ciclista meticuloso y perfeccionista. Como corredor, perseveró hasta que ganó la París-Roubaix, el grial del clasicómano. Como buen italiano, mamó el ciclismo de las pruebas de un día, lo destruyó, lo reconstruyó, lo analizó, lo vivió. Colgada la bici, canalizó sus energías, su sabiduría, hacia el Mundial, su nuevo fetiche. Hace dos años visitó Hamilton. Eligió el hotel mejor situado. Analizó el recorrido. Lo calculó todo. Pergeñó su estrategia. Definió cómo sería la carrera, qué habría que hacer para ganarla, quién la ganaría. Desde entonces hasta el domingo todos sus pasos habían sido medidos; sus efectos, anticipados. Llegó la carrera. Su selección se exhibió. Su líder, Bettini, acabó el cuarto. En cuatro años bajo su dirección, la squadra azzurra ha logrado un oro (Cipollini, en 2002) y una plata (Bettini, en 2001). No está tan mal, pero comparado con lo de Paco Antequera...

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Dice el cínico: "Antes prefiere el rey generales con buena suerte que generales muy sabios". Dice el listo, asombrado y estremecido: "¿Adónde vamos con Antequera, que ni sabe que, aparte de la Vuelta, en septiembre, en Italia, se disputan clásicas los fines de semana y que de ellas salen los corredores buenos para el Mundial?". Dicen los números: en los últimos siete años, en los que Antequera ha estado al frente de la selección, España ha logrado cuatro oros (Olano, contrarreloj, en 1998; Freire, en 1999 y 2001; Astarloa, en 2003), dos platas (Mauri, contrarreloj, en 1998, y Valverde, en 2003) y dos bronces (Freire, en 2000, y Galdeano, contrarreloj, en 2002), lo que convierten al valenciano, de 39 años, no sólo en el seleccionador mundial con más éxito en los últimos años, sino en el seleccionador español de cualquier deporte más laureado de la historia.

"Todo se lo debo a los chicos, que son muy buenos y muy majos", decía ayer Antequera desde las cataratas del Niágara, a donde se había ido de excursión en autocar con la selección triunfadora. Sólo faltaba el campeón, Igor Astarloa, que, tras la carrera, se fue a dormir a Nueva York con unos amigos italianos y tenía previsto participar con el grupo de Calabria en el desfile de los italianos en el centro de la ciudad para festejar el día de Colón. "Todos los chicos crean buen ambiente porque saben a qué vienen y cómo vienen". Es el método Antequera, un sistema en apariencia menos sofisticado que el del sabio Ballerini, pero en la práctica más efectivo. Se llama olfato o intuición. Antequera comenzó a desarrollarlo en sus años de corredor a las órdenes de Javier Minguez, un director que confiaba mucho en lo que ahora se llama plan táctico o lectura de la carrera y que entonces, a finales de los 80, era conocido como zorrería o astucia. Antequera, que se hizo con un currículo apañadito, brilló, más que como ganador, como hombre de equipo, como capitán de ruta, papel que desempeñaba el corredor que hacía de director en el pelotón. Allí, siempre en carreras por etapas, siempre lejos de las clásicas, que le repelían a Mínguez, afinó su olfato, un sentido táctico que le ha llevado a ser insuperable en los Mundiales pese a que sus decisiones siempre parezcan chocar con el sentido común.

"Antequera es el azote de los lógicos", confesaba la noche de Astarloa un director español. "Se le critica con argumentos, pero llega la carrera y no sólo gana, sino que machaca. Y después, a ver quién le tose". Su relación privilegiada con el oro nació, más que con el triunfo de Olano en la contrarreloj de Valkenburgo, con el oro de Freire en Verona. Freire se había pasado el año lesionado, entrenándose en casa. Muchos llegaron a reírse de Antequera por llevarle. Pero él mantuvo que no sólo Freire era necesario, sino que era capaz de ganar. Y ganó. Desde entonces, todos los que han tosido a Antequera son hombres muertos.

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