Reportaje:CICLISMO | Mundial de fondo en carretera

Año impar, año Freire

El cántabro y Bettini parten favoritos hoy

Como siempre, a contrapié, España se ha enriquecido; España es Italia justamente cuando Italia está aprendiendo a ser España. Olvidado su perenne barroquismo, Italia, el ciclismo italiano, la squadra azzurra, la eterna selección de referencia en todo Mundial, profundiza en la desnudez conceptual, hacia la repetición de la fórmula de tanto éxito en Zolder 2002 (Cipollini): un equipo, un hombre, una victoria. En 2003, Hamilton (Canadá), una vuelta de tuerca más, un circuito demasiado duro para un Cipollini prejubilado, ya no se habla siquiera de equipo o squadra, sino de iniciales....

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Como siempre, a contrapié, España se ha enriquecido; España es Italia justamente cuando Italia está aprendiendo a ser España. Olvidado su perenne barroquismo, Italia, el ciclismo italiano, la squadra azzurra, la eterna selección de referencia en todo Mundial, profundiza en la desnudez conceptual, hacia la repetición de la fórmula de tanto éxito en Zolder 2002 (Cipollini): un equipo, un hombre, una victoria. En 2003, Hamilton (Canadá), una vuelta de tuerca más, un circuito demasiado duro para un Cipollini prejubilado, ya no se habla siquiera de equipo o squadra, sino de iniciales. Italia es en Hamilton B & B, que no quiere decir bed and breakfast sino Ballerini y Bettini, por Franco Ballerini, el seleccionador que busca la pureza y el fin de las guerras civiles, y por Paolo Bettini, el crack, el mejor hombre en las clásicas de los últimos años, el grillo que sube y sube y también sprinta, muy veloz. En frente, hoy, España, Paco Antequera y su horror al vacío. Pero está Freire...

Hace nada el Mundial, la carrera de un día que permite a su ganador vestir el maillot arco iris todo un año, era para el ciclismo español una prueba de trámite que sólo alcanzó el valor épico reservado al Tour aquel 1995 en que Indurain intentó el imposible en Colombia, aquella traición de Olano. Unos años más tarde, un otoño italiano, una agradable tarde dominical a la sombra de la Arena de Verona, nació campeón un tal Óscar Freire, desconocido en España, desconocido en el mundo donde se liaban con su segundo apellido y se lo trastocaban, y titulaban al día siguiente "Un tal Gómez gana el Mundial".

Aquello ocurrió en 1999. Repentinamente, los ases españoles que buscaban disculpas para no darse más palizas en octubre descubrieron el sex appeal de la única carrera que se disputa por selecciones nacionales, calcularon y midieron el efecto Freire, se engancharon. Y un tal Paco Antequera, un técnico que había sido un buen corredor de equipo, que había tenido el valor de seleccionar a Freire, se encontró con que una segunda carrera más brillante, más exitosa, se abría ante él. Era jugar sobre seguro porque Freire, el crack más crack del último ciclismo español, era una máquina. Podía estar medio año adormilado, somnoliento, lesionado, perezoso, que llegaba el otoño, se alzaba al frente un Mundial y se transformaba. Fue bronce en el Mundial siguiente, en Plouay, y oro de nuevo en 2001 (Lisboa). En 2002 le rompieron una rueda. En 2003 le debería tocar otra vez, pese a Bettini, pese a Antequera.

En la cabeza de Antequera, de manera natural o forzada, se ha desarrollado el mito de que para estar bien en el Mundial hay que correr antes la Vuelta a España. No le saca de esa fijación ni el hecho de que Freire este año no haya querido correr la Vuelta ni el que Astarloa, el vasco con alma italiana que ganó este año la Flecha Valona, otro de los referentes del equipo español pese a que parezca que el año se le ha hecho muy largo, le dijera que con 10 días de Vuelta valían. Para el resto del equipo, sin embargo, una buena Vuelta ha sido condición sine qua non de seleccionabilidad. Bien le podía pedir Freire, por ejemplo, que su paisano cántabro Iván Gutiérrez, con el que se entrenó desde agosto, estaba que se salía, o bien podía Gutiérrez ganar el Giro de la Emilia, prueba importante del calendario italiano, que Antequera respondía, con aire apesadumbrado: "Es que he hecho el equipo sólo con los que están en la Vuelta, de los demás no tengo ni idea". Y añadía, para que Freire no volviera a abrir la boca: "Y más le vale a Óscar entrenarse más, que le pierde la pereza, que a veces tengo que llamarle yo y recordarle que debe hacer más kilómetros..."

Así que para hacer frente a la horda de especialistas italianos conjuntados en torno a Bettini, y para rodear a Freire y Astarloa, haciendo evidentes los miedos de Antequera, que prefiere rodearse de corredores indiscutibles, estarán, en una carrera larga -casi 260 kilómetros- e insidiosa -21 vueltas a un circuito con perfil de jorobas de dromedario, dos subidas y dos descensos que pueden ser peligrosos si, como algunos prevén, llueve-, ciclistas que se han vaciado en la Vuelta, que lo han dado todo en la ronda española concluida hace dos semanas, que se han revelado y agotado, por orden de aparición: Gorka González, Aitor Osa, Paco Mancebo, Íñigo Cuesta, Luis Pérez, Marcos Serrano, Igor Galdeano, Óscar Sevilla, Triki Beltrán y Alejandro Valverde, la tercera alternativa.

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