Crítica:ROCK | Bunbury

Las alas de la música

Fiel a su concepto de la música como viaje físico, social y emocional, el aragonés Enrique Bunbury regresó de las Américas para despedir en Madrid el tour Flamingos.

Este periplo internacional correspondiente a su último disco homónimo ha sido el que ha ayudado a este compositor e intérprete a dar el salto cualitativo en cuanto a hacer fuerte su posición en un mercado musical cada vez más inestable.

Pero también le ha hecho coger a Bunbury un vuelo tremendo en cuanto a dominio escénico, manejo de su peculiar voz y capacidad de proyectar en un entregado y, cada vez m...

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Fiel a su concepto de la música como viaje físico, social y emocional, el aragonés Enrique Bunbury regresó de las Américas para despedir en Madrid el tour Flamingos.

Este periplo internacional correspondiente a su último disco homónimo ha sido el que ha ayudado a este compositor e intérprete a dar el salto cualitativo en cuanto a hacer fuerte su posición en un mercado musical cada vez más inestable.

Pero también le ha hecho coger a Bunbury un vuelo tremendo en cuanto a dominio escénico, manejo de su peculiar voz y capacidad de proyectar en un entregado y, cada vez más masivo, público el caleidoscopio de imágenes que puebla su cabeza y que él transforma en canciones con sello particular.

Enrique Bunbury

Enrique Bunbury (voz y guitarra), Copi (teclados), Ramón Gacías (batería), Belén Estage (violín), Luis M. Romero (percusión), Javier G. Vega (trombón), Javier Íñigo (trompeta), Del Morán (bajo) y Rafa Domínguez (guitarra). Palacio de Congresos del Parque Juan Carlos I, viernes 19 y sábado 20 de septiembre. Madrid.

Sintiéndose uno de los legítimos depositarios de la herencia del rock en este páramo para el género que es España y en el que tan poca competencia se le permite, Bunbury apareció en escena ataviado con sombrero de cowboy y look a lo Bruce Springsteen de los años setenta.

Fue recibido con una calurosa ovación y gritos que no cesaron hasta el final de la actuación.

Así que, sintiéndose en casa, Bunbury atacó el repertorio que lleva haciendo a lo largo de la gira y que supone otro viaje, pero a lo largo de una propia y variada discografía. Junto a la numerosa y excelente banda que le ha acompañado en la mentada serie de conciertos, Bunbury atacó piezas con muy variados ritmos y armonías, de influencias geográficas diversas, de colores bien diferentes, haciendo de su personal eclecticismo un todo coherente y con valor propio.

El club de los imposibles, De mayor, Extranjero -en cuya presentación el solista se explayó hasta dejar claro su compromiso con la emigración-, Salomé, En brazos de la fiebre o Lady Blue, canción de inequívoco parentesco con el Space Oddity de Bowie, supusieron los momentos álgidos de la primera parte de un concierto que contó tras su finalización con un largo bis.

En éste destacaron las interpretaciones de Sácame de aquí y el legendario El jinete, de José Alfredo Jiménez, cantadas con toda la desesperación e intensidad de la que es capaz el ex héroe del silencio a tope de facultades.

Cierra el maño una época en la que se ha destacado por aportar una visión propia de rock con glam y vocación cosmopolita. Habrá que esperar al nuevo viraje de Enrique Bunbury en su inacabable travesía sin límites geográficos usando las alas de la música.

Enrique Bunbury.
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