Análisis:Zapping

Todos al suelo

Los programas del corazón fomentan diversas formas de picaresca: resentidos, desesperados o simples mortales que se agarran a una industria que les ofrece oportunidades sin pedir masters, ni buena presencia, ni conocimientos de informática. En el fondo, este género crea honrados puestos de trabajo no especializados que requieren, eso sí, de mucho morro.

De todas resulta especialmente entrañable la figura del cornudo que, a cambio de hacer pública su condición, financia los trámites de la separación y los muebles del nuevo apartamento. Otra recomendación: para triunfar en la indus...

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Los programas del corazón fomentan diversas formas de picaresca: resentidos, desesperados o simples mortales que se agarran a una industria que les ofrece oportunidades sin pedir masters, ni buena presencia, ni conocimientos de informática. En el fondo, este género crea honrados puestos de trabajo no especializados que requieren, eso sí, de mucho morro.

Cornudos

De todas resulta especialmente entrañable la figura del cornudo que, a cambio de hacer pública su condición, financia los trámites de la separación y los muebles del nuevo apartamento. Otra recomendación: para triunfar en la industria de la intimidad conviene que, en un momento dado, te cabrees, te levantes y te marches llorando. Es importante marcharse, porque así los programas de zapeo multiplican la onda expansiva de tu gesto. En cuanto a las lágrimas, mejor que sean falsas. Las auténticas suelen ir acompañadas de mucho moco y no son telegénicas.

Piensa en verde

Me inspiró la pregunta de un anuncio de cerveza: "¿Qué te podría pasar si dejases de ver la tele y fueses a invitar a tu vecina a una Heineken?". Apagué la tele y llamé a la puerta de mi vecina con mi sonrisa más sexy, inspirada en la de Resines. Silencio, hasta que escuché la voz de mi vecina gritando: "No me molestes, coño, que estoy viendo la tele". Así que regresé a mi casa, encendí el aparato (Silvia Fominaya lo llamaría "masturbador"). Allí estaba Boris Izaguirre, con los pantalones bajados, enfundado en un refajo aerodinámico, explicándole a los terrícolas las virtudes de la liposucción y cómo, gracias a esta operación, perdió sus marcianas tetas. Luego me quedé dormido y soñé que Alfredo Urdaci salía en un capítulo de Los Lunnis. Cuando me desperté, el masturbador todavía estaba allí.

El cambio

En las noticias de Antena 3 vi cómo Albert Boadella tomaba la Plaza Mayor de Vic para promocionar su película sobre Franco y la convertía en una caricatura de la plaza de Oriente. La escena certificaba que el país ha cambiado. La prueba: Alfredo Landa era ovacionado en San Sebastián y 7 días, 7 noches emitió las charlas telefónicas del 23-F. Los que contaron el golpe a sus hijos como uno de los días más peligrosos de la transición habrán perdido toda la credibilidad ante un alud de vulgaridad tan chapucera que resultaba incluso cómica. Escuchando a los implicados, llegué a sospechar que se trataba de uno de los gags de Juan Carlos Ortega en Crónicas marcianas. Mientras tanto, Gran Hermano calentó motores con un jugoso cruce de reproches que se le fue de las manos a Mercedes Milá. Carlos el Yoyas leyó un poema sobre la fama e Iván, el melancólico asturiano, comparó el concurso con la Asamblea de Madrid: "Unos discuten y otros no discuten, y cada uno es hijo de su padre y de su madre".

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