Crónica:CIENCIA FICCIÓN

Máquinas del futuro para el juicio final (I)

"El futuro no está escrito. El destino no existe, lo creamos nosotros mismos. Me gustaría creer que esto es así. Mi nombre es John Connor. Intentaron matarme antes de que naciera y, de nuevo, cuando tenía 13 años. Máquinas del futuro. Terminators. Durante toda mi vida mi madre me advirtió de que el Día del Juicio Final se acercaba, el comienzo de la guerra entre los hombres y las máquinas". En estas cavilaciones del protagonista está resumido el argumento que ha propiciado hasta tres, por el momento, entregas de esa ya clásica saga: Terminator. Es el turno ahora de ...

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"El futuro no está escrito. El destino no existe, lo creamos nosotros mismos. Me gustaría creer que esto es así. Mi nombre es John Connor. Intentaron matarme antes de que naciera y, de nuevo, cuando tenía 13 años. Máquinas del futuro. Terminators. Durante toda mi vida mi madre me advirtió de que el Día del Juicio Final se acercaba, el comienzo de la guerra entre los hombres y las máquinas". En estas cavilaciones del protagonista está resumido el argumento que ha propiciado hasta tres, por el momento, entregas de esa ya clásica saga: Terminator. Es el turno ahora de Terminator 3: la rebelión de las máquinas (Terminator 3: Rise of the Machines, 2003), filme dirigido por Jonathan Mostow.

Desde el futuro, alrededor del año 2040, las máquinas envían a un TX (Kristanna Loken), un nuevo y sofisticado modelo de terminator, en esta ocasión de apariencia femenina o terminatrix según la jerga. Es como los modelos de automóviles de la misma marca: se aumenta o añade una letra o número cuanto más modernos son. Objetivo: eliminar al joven John Connor y evitar que se convierta en el líder de la resistencia humana. Por suerte, un remozado T800, el T850 (Arnold Schwarzenegger, de nuevo), máquina reprogramada para proteger a Connor, es enviado a su vez por los últimos humanos desde el futuro (¿desde dónde si no?). El enfrentamiento entre máquinas humanoides está servida.

Carentes por completo de emociones, sin las limitaciones humanas y con un solo objetivo fijado en sus unidades centrales, uno de matar a John y el otro de protegerlo, ambos terminators se enfrentan en una titánica lucha sin cuartel.

Los métodos empleados resultan harto prosaicos: no parece que las guerras del futuro vayan a ir más allá del manido porrazo limpio. Aunque en este caso no sirva más que para destrozar automóviles y mobiliario urbano. Y es que los terminators son prácticamente indestructibles y, encima, poseen la capacidad de regenerarse. El material, una especie de metal líquido constituido por una polialeación mimética (no pregunten qué es), del que está recubierto la terminatrix de última generación, como el T1000 de la segunda entrega, tiene esa curiosa propiedad.

Ríanse ustedes de los materiales con memoria de forma capaces de recuperar tras la absorción de calor su aspecto original. Esta sustancia es capaz de adoptar o adquirir cualquier forma: tan pronto se regenera el brazo destruido como todo el terminator cambia totalmente su apariencia adoptando la de cualquier humano.

Lo más parecido por el color y la fluidez es el mercurio, el único metal líquido que conocemos a la temperatura ambiente. La semejanza concluye aquí. Atendiendo al comportamiento de sus moléculas en presencia de un campo magnético (como el de un imán, por ejemplo), los materiales se clasifican en tres categorías: diamagnéticos, como, por ejemplo, el mercurio, la plata, el cobre o los materiales superconductores; paramagnéticos, como el magnesio o el titanio, y ferromagnéticos, como el hierro puro, el cobalto, el níquel y sus aleaciones. A grandes trazos, los primeros son repelidos por un imán, mientras que los segundos son atraídos débilmente, y los ferromagnéticos son los que manifiestan una atracción magnética mayor.

A tenor de lo mal que lo pasa la terminatrix en presencia del campo magnético de un acelerador de partículas, podemos apuntar hacia un material ferromagnético como componente principal de la fabulosa polialeación mimética.

Como cualquier máquina, los terminators necesitan energía para su funcionamiento. Ni las inteligentes máquinas que campan a sus anchas por la devastada Tierra del futuro parecen haber resuelto del todo el problema de la dependencia energética. El modelo T850 funciona con un par de pilas de hidrógeno. La pega es que una vez agotadas o estropeadas resultan altamente explosivas. Los prototipos experimentales de automóviles que funcionan ya con pilas combustibles de hidrógeno no tienen estos indeseables efectos secundarios. ¿Será capaz el voluntarioso aunque tecnológicamente inferior terminator T850 de abortar la misión de la avanzada terminatrix TX?. Apuesten...

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