Reportaje:

Los tropiezos de la BBC

La BBC ha dado serios tropiezos en la investigación de la muerte de David Kelly. Su periodista Andrew Gilligan, autor del crítico reportaje sobre el Gobierno británico, ha pasado en un par de ocasiones de acusador a acusado. A última hora del pasado miércoles se desveló un correo electrónico en el que Gilligan ofreció a un diputado una lista de preguntas a plantear a Kelly en vísperas de su comparecencia ante el Comité parlamentario de Asuntos Exteriores. "Se le debería preguntar qué tipo de amenaza representaba Irak en septiembre de 2002. Si puede contestar con franqueza, será demoledor", esc...

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La BBC ha dado serios tropiezos en la investigación de la muerte de David Kelly. Su periodista Andrew Gilligan, autor del crítico reportaje sobre el Gobierno británico, ha pasado en un par de ocasiones de acusador a acusado. A última hora del pasado miércoles se desveló un correo electrónico en el que Gilligan ofreció a un diputado una lista de preguntas a plantear a Kelly en vísperas de su comparecencia ante el Comité parlamentario de Asuntos Exteriores. "Se le debería preguntar qué tipo de amenaza representaba Irak en septiembre de 2002. Si puede contestar con franqueza, será demoledor", escribió el periodista a un ayudante de David Chidgey, diputado del Partido Liberal Demócrata y miembro del comité de Exteriores.

La BBC llegó desunida a las audiencias del juez Hutton. Correspondencia interna desveló dudas de la dirección sobre el contenido del reportaje
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El juez Hutton dio a conocer que no fue la BBC quien proporcionó a la investigación el comprometido e-mail del corresponsal en Defensa del programa Today de Radio 4 de la BBC. La intención del mensaje aún no se ha esclarecido, pero el tipo de preguntas sugiere que Gilligan buscaba una corroboración pública de su reportaje para ganar la batalla al Gobierno. Las siete respuestas que deseaba escuchar de Kelly en su comparecencia -que fue televisada- giraban en torno a las alegaciones sobre interferencias de Downing Street en el informe sobre Irak que él mismo había revelado el pasado 29 de mayo.

Dudosa ética profesional

Gilligan dio un paso más de dudosa ética profesional. Informó al diputado en su correo electrónico de que Kelly era la fuente de su colega en la BBC, Susan Watts, cuando este dato todavía no se había desvelado. Watts mantuvo en secreto la identidad del origen de sus reportajes sobre el informe de armas iraquíes hasta que se confirmó la muerte del científico, el 18 de julio.

La BBC ordenó esta semana una investigación interna del último episodio protagonizado por su polémico periodista. Hasta la apertura del proceso judicial, el director y la junta de gobernadores de la radiotelevisión estatal defendieron con uñas y dientes el reportaje de Gilligan. No dieron ningún paso para corregir, desautorizar o disculparse de la explosiva acusación de que el Gobierno había mentido en relación con la capacidad militar de Sadam Husein.

Pero la BBC llegó desunida a las audiencias del juez Hutton. Correspondencia interna desveló, por primera vez, que el editor del programa que emitió la "exclusiva" de Gilligan y miembros de la junta de gobernadores tenían dudas sobre el contenido del reportaje. Destacaron "imperfecciones" en el desarrollo de la noticia, que pecaba de "un lenguaje poco preciso y de falta de criterio en la construcción de algunas frases". Bajo el peso de las pruebas y desprotegido por sus superiores, Gilligan admitió que su reportaje original, radiado a las seis de la mañana sin un guión escrito, "no era perfecto".

Susan Watts asestó otro golpe a la BBC. Corresponsal de ciencia de un telediario de la segunda cadena, contacto habitual de Kelly en temas de armamento biológico, Watts tenía una prueba convincente para demostrar la integridad del ente público. La periodista había grabado a Kelly durante una conversación que, en términos generales, avalaba las alusiones de Gilligan. "Estaban desesperados por conseguir información... se adhirieron a ella [en referencia a los 45 minutos de un posible ataque biológico de Irak]... y fue desafortunado que así sucediera", se escuchó decir a Kelly en la sala del tribunal de Londres.

"El problema", añadió el científico, "no es tanto las armas que tienen ahora como las que podrían tener en el futuro. Esto no se expresó con fuerza en el dossier porque debilita la justificación de la guerra". En otro fragmento de la grabación, en respuesta a la pregunta de si fue Alastair Campbell, director de comunicación de Tony Blair, quien manipuló el informe, Kelly afirma: "Campbell es sinónimo de esa oficina de prensa".

La BBC no tuvo tiempo de saborear los frutos de la única prueba documental que tiene de las conversaciones entre el experto en armas y sus periodistas. Cuando el abogado del juez dio por concluido su interrogatorio, Watts dejó caer su bomba. Denunció ante lord Hutton que el director de noticias de la corporación, Richard Sambrook, le había sometido "a considerable presión" para que revelara su fuente.

"Su intención era corroborar las alegaciones de Gilligan, pero hay diferencias sustanciales entre ambos reportajes", dijo. "Me preocupó el hecho", añadió, "de que estaban intentado moldearlos para que fueran coincidentes, lo que es una estrategia equivocada y falsa". Watts acudió a declarar con su abogado, independiente del equipo legal de la BBC, pero financiado por la emisora.

La corresponsal de ciencia de la BBC, Susan Watts.REUTERS

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