LOS EFECTOS DE LAS ALTAS TEMPERATURAS

"Nos ha salvado tener nuestra propia fábrica de ataúdes"

La funeraria de Barcelona ha podido capear el fuerte incremento de servicios que ha tenido durante la primera semana de agosto gracias a contar con una fábrica propia de ataúdes. "El resto cierran en agosto y con la ola de calor y el incremento de fallecidos, si no hubiéramos contado con la nuestra, esto habría sido un verdadero caos", explica Josep Cornet, su director gerente. También ha tenido problemas de espacio. De ahí que, por primera vez durante la época estival, el tanatorio haya instalado una carpa circunstancial donde alojar y conservar los cuerpos. La medida es pionera en el sector ...

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La funeraria de Barcelona ha podido capear el fuerte incremento de servicios que ha tenido durante la primera semana de agosto gracias a contar con una fábrica propia de ataúdes. "El resto cierran en agosto y con la ola de calor y el incremento de fallecidos, si no hubiéramos contado con la nuestra, esto habría sido un verdadero caos", explica Josep Cornet, su director gerente. También ha tenido problemas de espacio. De ahí que, por primera vez durante la época estival, el tanatorio haya instalado una carpa circunstancial donde alojar y conservar los cuerpos. La medida es pionera en el sector de las pompas fúnebres de Cataluña.

"En invierno sí es normal echar mano de ella porque hay muchos casos de gripe entre los ancianos", justifica Cornet. La temperatura interior es de 10 o 12 grados, se monta en cuatro horas y caben entre 24 y 32 cadáveres. La compró en Francia hace una década "por cinco millones de pesetas" y se ha convertido en la herramienta más eficaz de los servicios funerarios frente a la masificación, aunque no es suficiente. "Hemos tenido que suspender las vacaciones, hemos trabajado los fines de semana para poder hacer hasta 90 féretros diarios, no hemos parado", lamenta Cornet.

Hay listas de espera para conseguir plaza en el tanatorio. De la funeraria al cementerio o al crematorio existe un limbo de 72 horas. Cornet reconoce que la bajada de las temperaturas en los últimos días les ha dado una bombona de oxígeno: "El lunes hubo 66 nuevas entradas en el tanatorio, pero ayer dimos sepultura a 96 fallecidos". El saldo de los que llegan y los que se marchan se equilibra poco a poco. La carpa funcionará, no obstante, hasta mediados de septiembre porque se teme un rebrote de la canícula.

Sin quejas

Las familias se han mostrado comprensivas con la situación. Muchas acceden a celebrar las ceremonias religiosas después del entierro, rompiendo así una arraigada tradición. "Casi nadie se queja", admite Cornet.

En la ciudad condal hay 68 velatorios, frente a los 86 con que cuenta Madrid. "Es un número claramente insuficiente". La próxima semana se iniciará en Barcelona la edificación de un nuevo tanatorio junto al cementerio de Sant Gervasi. Estará financiado por el Ayuntamiento (propietario del 51% del capital de los servicios funerarios de la ciudad) y por un grupo de empresas privadas, entre ellas Caja Madrid y el Banco de Sabadell. Costará 6,5 millones de euros y tendrá facciones definitivas en un año y medio.

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