Crónica:CAMPEONATOS DEL MUNDO DE NATACIÓN | Sincronizada

Las sirenas también lloran

España, cuarta en equipos, cierra el mejor balance de su historia, pero no se resiste a protestar

Entre lágrimas de emoción y alguna que otra también de rabia finalizaron las chicas de la sincronizada su excelente actuación en Barcelona. Intentaban redondear la gesta, firmar un cuatro de cuatro, pero, en su último día de competición, el podio, por el que peleaban con Estados Unidos en la final de equipos, se quedaron a 0,583 puntos. "Esta cuarta posición [en Fukuoka fueron sextas] nos sabe a triunfo", proclamó Gemma Mengual, la reina de la sincronizada española tras colgarse tres medallas en estos Mundiales. Son las mismas que ha obtenido España -bronce en la combinada, plata para Mengual ...

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Entre lágrimas de emoción y alguna que otra también de rabia finalizaron las chicas de la sincronizada su excelente actuación en Barcelona. Intentaban redondear la gesta, firmar un cuatro de cuatro, pero, en su último día de competición, el podio, por el que peleaban con Estados Unidos en la final de equipos, se quedaron a 0,583 puntos. "Esta cuarta posición [en Fukuoka fueron sextas] nos sabe a triunfo", proclamó Gemma Mengual, la reina de la sincronizada española tras colgarse tres medallas en estos Mundiales. Son las mismas que ha obtenido España -bronce en la combinada, plata para Mengual en solo y otro bronce en el dúo formado por Mengual y Tirados- en el mejor balance de la historia de esta disciplina. "Es mucho más de lo que esperábamos", aseguró Anna Tarrés, la mujer que, con la mira en los Juegos de Atenas, ha conducido a la sincro española a un puesto de privilegio.

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Porque, al margen de las medallas, ése es el mayor logro que han alcanzado las chicas: romper las barreras, superar las clases y situarse entre la élite mundial, hasta ahora coto casi exclusivo de rusas, japonesas y estadounidenses. "Mi impresión es que nos estamos acercando a pasos agigantados a las grandes potencias y que, quizá, alguien ha intentando frenarnos", señaló Tarrés, descontenta por la nota que recibió España en la final de ayer, dejándose llevar, incluso en unos campeonatos así, por esa costumbre tan española de llorar por los arbitrajes.

Con la primera y la segunda plazas copadas sin discusión por la poderío ruso y la perfección japonesa, el tercer peldaño del podio se dirimió entre españolas y estadounidenses. Las americanas acumulaban una ligera ventaja de la rutina técnica y España, que cerró la competición, trató de anularla con un ejercicio vibrante y de lo más original: el mundo del circo instalado en las Picornell. No lo apreciaron así los jueces, entre los que no se contaba la española, y puntuaron la impresión artística a la baja. "Creo que nos merecíamos mejor nota. No partíamos en las mismas condiciones que otros equipos: que no hubiera un juez español me parece un gesto feo de la FINA", insistió Tarrés sin reparar en que las protestas sobraban. Era el último día, el colofón a la página más brillante de la natación sincronizada española en toda su historia. Era una jornada feliz.

Las españolas, durante su número circense de la final de equipos.CARLES RIBAS

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