Reportaje:TOUR 2003 | Quinta etapa

Las locomotoras del 'Banestov', a toda máquina

Los rusos Karpets, Petrov y Menchov son los grandes rodadores del equipo de Mancebo

El Banesto ya no el Banesto, que lleva camino de ser el Banestov, un equipo con corazón español y alma rusa, quién lo iba a decir. "Brindaremos con pacharán y vodka", bromeaba José Miguel Echávarri, el ingeniero del experimento. Tres jóvenes ciclistas rusos, el tímido Vladimir Karpets -el más joven, 22 años, y el más alto, 1,93 centímetros, corredor del Tour del Centenario-, el jovial Eugeni Petrov y el melancólico Denis Menchov, condujeron ayer al equipo a su mejor contrarreloj por equipos desde los tiempos de Indurain y dejaron colocado a su líder, Mancebo, al pie de la montaña con ap...

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El Banesto ya no el Banesto, que lleva camino de ser el Banestov, un equipo con corazón español y alma rusa, quién lo iba a decir. "Brindaremos con pacharán y vodka", bromeaba José Miguel Echávarri, el ingeniero del experimento. Tres jóvenes ciclistas rusos, el tímido Vladimir Karpets -el más joven, 22 años, y el más alto, 1,93 centímetros, corredor del Tour del Centenario-, el jovial Eugeni Petrov y el melancólico Denis Menchov, condujeron ayer al equipo a su mejor contrarreloj por equipos desde los tiempos de Indurain y dejaron colocado a su líder, Mancebo, al pie de la montaña con apenas minuto y medio perdido frente a Armstrong. Mientras los mejores equipos del mundo recurren a la mano de obra española para las tareas subsidiarias, el equipo de Unzue ha encontrado el equilibrio en las aportaciones de la escuela rusa.

Karpets se hizo ciclista en un régimen casi militar, con permiso para ver a su familia 5 horas semanales
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El cambio de acento comenzó tímidamente hace media docena de años con la llegada de un juvenil ruso a quien Francis Lafargue vio destacar en una carrera francesa. Era Denis Menchov, quien completó su aprendizaje en el Banesto amateur antes de pasar al equipo mayor ya con cierto grado de mando, sobre todo desde que ganara el Tour del Porvenir de 2001. Pero Menchov, que vive en Pamplona, casado con una rusa, y habla perfectamente el español, a veces se sentía solo en el equipo, necesitaba un compatriota para hablar de las estepas y de las nevadas sin fin. Así que, a mediados del año pasado, cuando, pura coincidencia, a Eusebio Unzue le deslumbró en algunas carreras un gigante melenudo, patillas de pirata, y además ruso, y a José Miguel Echávarri le ofrecieron la posibilidad de ficharlo, no hubo dudas: a por Karpets.

Karpets entiende un poco y habla nada el español pese a que lleva viviendo en Tortosa (Tarragona) desde hace nueve años, desde que tenía 14. "Llegó en 1994 a la casa-campamento que montó Kuznetsov, el director de la academia de San Petersburgo, con el equipo del Lokomotiv en un terreno que compró en la costa cuando se acabaron las ayudas estatales", cuenta Sultán. Sultán, ruso de origen sirio, tiene 24 años y también formaba parte de aquel equipo, pero dejó el ciclismo y trabaja en un taller. Por su amistad con Karpets actuó de intermediario desinteresado en la transacción con el Banesto. Cuenta Sultán que Karpets, que destaca, además de por su corpulencia, por su potencia, su fuerza, su resistencia, su constancia en el trabajo -el año pasado recorrió 45.000 kilómetros en bicicleta, entre entrenamientos y competición- y su mutismo -no abre la boca más que para derramar monosílabos-, es un ejemplo perfecto del método de trabajo de la escuela soviética, ahora rusa, con los talentos deportivos desde su más tierna edad. A los tres años, un detector de talentos del club Lokomotiv, el de los ferrocarriles rusos, le sacó de su casa de San Petersburgo para enviarlo a un internado. Allí estuvo haciéndose ciclista hasta los 14 años, en un régimen casi militar. "Nos dejaban ver a la familia cinco horas a la semana", recuerda Sultán, que compartió aquellos años con Karpets. "Desde las dos hasta las siete de la tarde los domingos. Así que no nos pregunte si nos costó mucho tener que venir a España para encontrar un hueco en el ciclismo profesional. Nos educaron para ser ciclistas y para nosotros es un éxito poder triunfar en el ciclismo". Karpets se ha ido a vivir a Pamplona, cerca de Menchov, con su mujer, quien está a medias entre Rusia y Navarra, ya que aún no tiene visado de residencia. "Ya le he dicho que ahora que está en un equipo español tiene que aprender el idioma", dice Sultán.

El tercer llegado, a finales de 2002, es Petrov, jovial y sonriente siempre. Apenas habla español pero es más que dicharachero en italiano. No llega como desconocido, como llegaron Menchov y Karpets, sino con un pasado amateur extraordinario, campeón del mundo de fondo y contrarreloj en 2000, y con unos inicios profesionales, en el Mapei, esperanzadores. Fue el sucesor de Menchov en el palmarés del Tour del Porvenir. Vive en Piacenza (Italia).

Vladímir Karpets, durante la etapa prólogo de este Tour.AFP

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