Reportaje:

Cuero, humo y grasa en el Calderón

Los clubes de motos Harley Davidson de Madrid se unen al centenario del Atlético con una exhibición

Pantalones de cuero, chaquetas vaqueras con lenguas de fuego y banderas con barras y estrellas, botas de piel de cocodrilo, pieles tatuadas con soles o nombres de mujer y gafas enormes bajo los cascos estilo años cuarenta. Éste era el aspecto de los casi treinta moteros que, cabalgando cada uno su Harley-Davidson, bajaron ayer haciendo aullar los motores de sus motos desde la Puerta de Toledo al estadio Vicente Calderón. Algo menos de mil metros de olores a humo de tubo de escape y a grasa para abrillantar la piel. El motivo de la concentración fue conmemorar el centenario del Atlético de Madr...

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Pantalones de cuero, chaquetas vaqueras con lenguas de fuego y banderas con barras y estrellas, botas de piel de cocodrilo, pieles tatuadas con soles o nombres de mujer y gafas enormes bajo los cascos estilo años cuarenta. Éste era el aspecto de los casi treinta moteros que, cabalgando cada uno su Harley-Davidson, bajaron ayer haciendo aullar los motores de sus motos desde la Puerta de Toledo al estadio Vicente Calderón. Algo menos de mil metros de olores a humo de tubo de escape y a grasa para abrillantar la piel. El motivo de la concentración fue conmemorar el centenario del Atlético de Madrid, que cumplió años el pasado abril. La mítica montura estadounidense también ha cumplido en 2003 su primer siglo de vida.

Dos aniversarios coincidentes que se han dado la mano por una casualidad. El coordinador del club de propietarios de estas motocicletas en Madrid, Enrique Romero, es el hermano de la presidenta del Atlético Féminas, la versión femenina del club rojiblanco. "Un enchufe", bromea Romero, vestido de cuero.

En Madrid, unos ochenta propietarios de estas motos, entre los que hay "médicos, ingenieros o ejecutivos", según Romero, se reúnen cada fin de semana "para ir a un monasterio o a un restaurante". Javier, un getafense de 31 años, explica que se citan porque les une "la misma obsesión: las motos Harley".

Y, desde luego, no hay más que ver los vehículos para darse cuenta de que son el verdadero hobby de sus propietarios. "La lista de accesorios de una Harley es más grande que el listín de teléfonos de Ciudad de México", recalca Antonio, de 34 años. Este madrileño confiesa que pagó 24.000 euros por su montura, y que, después y "poco a poco", se ha gastado cerca de 3.500 euros en accesorios sólo en el último año. "No es barato, no", subraya Antonio invitando a su chica a sentarse en el asiento trasero.

Félix, piel curtida, barba cana de ángel del infierno y pañuelo con la bandera estaounidense, no confiesa su edad, que debe de rondar los 55 años. Su moto, una enorme Harley azul, lleva dos banderas, una del país de Bush y otra española. Su propietario es "gerente de una multinacional" y asegura que la vida de motero es compatible con la "normalidad". "Aquí salimos los fines de semana y en vaciones. Yo, además, tengo ya los hijos mayores", recalca.

La única mujer que conduce habitualmente una de estas motos, las mismas que surcaban un polvoriento Estados Unidos en la película Easy Rider, protagonizada por Dennis Hopper y Peter Fonda, es Encarnita. Esta madrileña lleva cuatro años sobre uno de estos imponentes vehículos y revela que lo hizo por "desafío", al tiempo que reconoce que antes "no sabía ni montar en bici".

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Jan es alemán. Pero vive en España desde hace 12 años. Ayer iba vestido de tirolés en la comitiva que entró en el Calderón asombrando a la concurrencia que llevaba desde por la mañana en el estadio, comiendo callos y celebrando la Expo Atleti. Jan y sus compañeros irrumpieron haciendo rugir sus motores al ritmo de los compases de Born to be wild, del grupo Steppenwolf. Las aves de presa, un azor y un halcón, que ahuyentan a las palomas en el estadio del Atlético les recibieron volando en círculos. Los ángeles del infierno madrileños ya habían llegado.

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