'Corpus Marcianus'

Los castigos del Vaticano contra sus teólogos más famosos causan casi siempre el efecto contrario al que persiguen los inquisidores, como demuestra en España el caso de Marciano Vidal, el redentorista reprendido hace dos años por el cardenal Joseph Ratzinger tras publicar la segunda parte del tratado Moral de actitudes con el título Moral del amor y de la sexualidad. Lejos de callarse o de ser marginado, el teólogo Vidal sigue en la lista de autores más vendidos, imparte cursos por doquier y se consolida como el gran renovador de la teología moral tras el Concilio Vaticano...

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Los castigos del Vaticano contra sus teólogos más famosos causan casi siempre el efecto contrario al que persiguen los inquisidores, como demuestra en España el caso de Marciano Vidal, el redentorista reprendido hace dos años por el cardenal Joseph Ratzinger tras publicar la segunda parte del tratado Moral de actitudes con el título Moral del amor y de la sexualidad. Lejos de callarse o de ser marginado, el teólogo Vidal sigue en la lista de autores más vendidos, imparte cursos por doquier y se consolida como el gran renovador de la teología moral tras el Concilio Vaticano II y el moralista más citado en las Facultades de catolicismo. La culminación ha sido la publicación de un libro de 1.028 páginas con trabajos de 56 teólogos nacionales y extranjeros, y la celebración el viernes pasado de un multitudinario homenaje en el Instituto Superior de Ciencias Morales de Madrid, donde el moralista Fabriciano Ferrero calificó la obra de Vidal como "un corpus marcianus, un ancho y alto monumento" teológico. "Haber dado respiro a las conciencias de muchas personas, liberándolas de traumas y problemas; hacer felices a las personas, es la razón de nuestro ser y de nuestra felicidad", replicó Vidal, nacido hace 65 años en un pueblo fronterizo entre León y Galicia (San Pedro de Trones, 1937), en el seno de una familia numerosa (ocho varones y dos mujeres). También dijo que el Concilio Vaticano II "lo hicieron los teólogos, no los obispos", y que esa "arrogancia teológica" ha llevado en los últimos años a colocar a los profesionales de la teología "en su sitio".-

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