Crítica:ROCK | White Stripes

El futuro en crudo

En épocas de falta de novedades, como la que vive en estos momentos la corriente generalista de la música comercial, bien merece la pena detenerse unos segundos ante el escaparate de las vanguardias y deleitarse y soñar con lo que podría ser el futuro, por muy terrible que lo pinten; y tanto Peaches, la telonera, como White Stripes, cabezas de cartel de la noche, lo pintan bastante terrible.

Como aperitivo a la actuación del dúo de moda, la canadiense Peaches ofreció alrededor de cuarenta minutos de tecno minimalista, experimental y con una fuerte carga de provocación sexual. Con sonido...

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En épocas de falta de novedades, como la que vive en estos momentos la corriente generalista de la música comercial, bien merece la pena detenerse unos segundos ante el escaparate de las vanguardias y deleitarse y soñar con lo que podría ser el futuro, por muy terrible que lo pinten; y tanto Peaches, la telonera, como White Stripes, cabezas de cartel de la noche, lo pintan bastante terrible.

Como aperitivo a la actuación del dúo de moda, la canadiense Peaches ofreció alrededor de cuarenta minutos de tecno minimalista, experimental y con una fuerte carga de provocación sexual. Con sonido pregrabado, la cantante Peaches, acompañada de dos bailarinas, sorprendió por su descaro, su soltura escénica y por tomarse el trabajo de diseñar una puesta en escena y un escueto vestuario para cada canción.

White Stripes + Peaches

White Stripes: Jack White (voz, guitarra y teclados) y Meg White (batería, voz y teclados). Sala Divino Aqualung. Madrid, 25 de mayo.

Tras ella, los hermanos White desplegaron ante un público de devotos conocedores del grupo los argumentos que les señalan como banda de culto y enésima esperanza de la música con mordiente.

Originarios de Detroit, tierra de rockeros recios como Iggy Pop o el grupo MC5, el dúo se apostó tras la exigua instrumentación que requieren para su ritual, y demostró a golpes de batería, guitarrazos y voces distorsionadas que, cuando se quiere hacer ruido, no es necesario ser más de dos.

Quizá el término que mejor defina el directo de estos hermanos terribles sea el de crudo, por el modo poco ortodoxo con el que encararon su repertorio, en el que brillaron las canciones de su último disco, Elephant, y hasta una versión del tema de Bob Dylan Love sick, que interpretaban hasta hacerlo casi irreconocible.

Al igual que bandas coetáneas -Jon Spencer Blues Explossion, Sleater Kinney o The Strokes-, White Stripes están llamados a deconstruir los géneros convencionales que, pasados por el tamiz del punk, conforman el rock del siglo XXI. A juzgar por la respuesta del público, lo hacen a la perfección.

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