La Guadamilla tenía qué lidiar
Seria de hechuras y de comportamiento resultó la novillada de La Guadamilla. Había que lidiarla y además torear si era posible, o sea, eso de parar, templar, mandar y además cargar la suerte. Y eso fue lo que intentó, con muy desigual forturna, la terna de novilleros de corte e ideal torero diferente.
Curro Duarte pasó página ante su inconsolable manso primero, y con su segundo, al que puso un buen par de banderillas. A Corruco de Algeciras, sin embargo, le faltó sal delante del manso sin casta.
Luis Rubias estuvo aseado y discreto en su primero, manejable, y consiguió algún dere...
Seria de hechuras y de comportamiento resultó la novillada de La Guadamilla. Había que lidiarla y además torear si era posible, o sea, eso de parar, templar, mandar y además cargar la suerte. Y eso fue lo que intentó, con muy desigual forturna, la terna de novilleros de corte e ideal torero diferente.
Curro Duarte pasó página ante su inconsolable manso primero, y con su segundo, al que puso un buen par de banderillas. A Corruco de Algeciras, sin embargo, le faltó sal delante del manso sin casta.
Luis Rubias estuvo aseado y discreto en su primero, manejable, y consiguió algún derechazo limpio en su segundo, con el que no terminó en entenderse.
José Luis Miñarro se mostró dispuesto y valiente toda la tarde, tanto en sus dos novillos como en todos lo quites en los que participó. Sufrió dos volteretas que no le amilanaron, y lo mejor de toda su labor fue al natural en su primero y por redondos en el sexto.
Guadamilla / Duarte, Rubias y Miñarro
Novillos de la Guadamilla: desigualmente presentados, mansos y de juego irregular; segundo manejable y 6º encastado. Curro Duarte: silencio, dos avisos y leves pitos. Luis Rubias: silencio, aviso y silencio. José Luis Miñarro: aviso y silencio; saludos. Plaza de las Ventas, 27 de abril. Un cuarto de entrada.