Reportaje:FÚTBOL | El Atlético cumple cien años

Y después de los cien años, ¿qué?

El Atlético sale reconfortado por la celebración de su pasado, pero con las mismas dudas sobre su futuro

El Atlético se reconoció a sí mismo en su centenario. Los actos, derrota ante Osasuna incluida, sirvieron para reafirmar una sensación, una certeza, que ya rondaba por los alrededores del Manzanares desde hace tiempo. Cien años después, el Atlético es su hinchada. Por encima de sus jugadores, por delante incluso de sus dirigentes o de los dueños de sus acciones, condición que sigue a día de hoy en el aire -con una sentencia condenatoria contra Gil por apropiación indebida que debe ratificar o rebajar el Supremo-, está la afición. Más allá de los derechos federativos de Fernando Torres, sin dud...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

El Atlético se reconoció a sí mismo en su centenario. Los actos, derrota ante Osasuna incluida, sirvieron para reafirmar una sensación, una certeza, que ya rondaba por los alrededores del Manzanares desde hace tiempo. Cien años después, el Atlético es su hinchada. Por encima de sus jugadores, por delante incluso de sus dirigentes o de los dueños de sus acciones, condición que sigue a día de hoy en el aire -con una sentencia condenatoria contra Gil por apropiación indebida que debe ratificar o rebajar el Supremo-, está la afición. Más allá de los derechos federativos de Fernando Torres, sin duda jugosos, el patrimonio de la sociedad, su futuro, es la propia gente, la fidelidad extrema de unos seguidores decididamente especiales. Y la derrota ante Osasuna, lejos de resultar un inconveniente, magnifició su importancia dentro de la casa.

Los actos del centenario refuerzan la certeza de que el mejor patrimonio del club es su hinchada
Más información

Cambió un rato el decorado, de los plásticos rojos y blancos del mosaico y el amor eterno a los pañuelos blancos ondeando en el aire enrarecido, pero dejó intacto lo esencial. Después, con los fuegos artificiales la hinchada, fiel como siempre, volvió a desgañitarse con la garganta inflamada de gritar el nombre del atleti. La gente disfrutó con el cumpleaños. Y los actos, marcados por la austeridad, resultaron grandes por emocionantes.

Y en el palco, Jesús Gil. El presidente observaba los pañuelos agitarse con el gesto contenido, los labios apretados y la mirada dura. Gil, condenado por la Audiencia Nacional por apropiación indebida y por estafa tiene sus acciones, el 94% del total de todas las del club, embargadas en un juzgado. Un recurso retrasa su salida de la entidad y, mientras, la caja fuerte del club sólo guarda telarañas. Lejos queda su paseo triunfal en 1987, cuando accedió a la poltrona democráticamente, gracias a los votos de los socios y con un joven y melenudo Paulo Futre colgado del brazo. Lejos, sus bravatas y su protagonismo permanente. La semana de pasión rojiblanca, el aniversario del club ya centenario ha sido una reivindicación popular en la que la familia Gil se ha mantenido en un segundo plano. La mayoría de los actos han sido convocados por una plataforma independiente encargada del diseño de los eventos. El club, desde el primer momento, según aseguran miembros del comité organizador fue muy claro en sus intenciones: "No hay un duro". Y Gil, con un marcapasos implantado, aguardaba en el palco junto al príncipe Felipe y el presidente autonómico Ruiz Gallardón a que parasen los silbidos y los zumbidos de los pañuelos al rasgar el aire. "Qué se le va a hacer, esto es así y no empaña nuestra fiesta", declaró el presidente con un tono de voz mesurado, aunque indignado. Un tono muy distinto con el que volvió a destapar la caja de todos los truenos el pasado mes de enero cuando atacó a sus jugadores y provocó un amago de dimisión de su técnico, Luis Aragonés. De aquella trifulca salió muy herido el director deportivo, Paulo Futre, que tres meses después, el pasado abril, era expulsado del club "por diferencias insalvables con el presidente". Unas diferencias basadas, además de en el carácter levantisco de Gil, en que la dirección rojiblanca ha decidido no gastarse un duro en jugadores.

"La cantera es el camino, a partir de ahora hay que ajustarse el cinturón", reveló Miguel Ángel Gil tras conocer la sentencia condenatoria a su padre, a él, y al vicepresidente Enrique Cerezo. En círculos cercanos a Luis Aragonés, se especula con la marcha del entrenador precisamente por ese motivo: "Si quieren que el míster les meta en Europa con cuatro chavales de la cantera..."

En los próximos meses está previsto que se celebre una junta general de accionistas. Por primera vez en muchos años, Gil, que por su condena no podrá asistir físicamente, se encontrará con oposición. En el extraño limbo legal en el que se encuentra el Atlético, hoy se estudiará en el Consejo una ampliación de capital. El pasado del Atlético, con sus contrastes, resultó reconfortante. El futuro, en cambio, sigue en el aire.

Aspecto de las gradas del Calderón durante los actos de celebración del centenario del Atlético.DIARIO AS

Archivado En