Crítica:42ª SEMANA DE MÚSICA RELIGIOSA DE CUENCA

Las voces y los ecos

De las últimas 24 horas conquenses, dos momentos quedarán para la eternidad: el sonido gregoriano flotante y desvaneciéndose por una nave lateral de la catedral de la antífona Regina Caeli, con el grupo Schola Antiqua de Juan Carlos Asensio, en la procesión de despedida de la vigilia pascual allá por la medianoche, y el aria Cujus animan del Stabat Mater, de Rossini, con ese tenor en estado de gracia llamado Juan Diego Flórez.

No convocaron a excesivos fieles los Oficios del Sábado Santo en la catedral y, sin embargo, gozaron de un ritual litúrgico y de una calidad ...

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De las últimas 24 horas conquenses, dos momentos quedarán para la eternidad: el sonido gregoriano flotante y desvaneciéndose por una nave lateral de la catedral de la antífona Regina Caeli, con el grupo Schola Antiqua de Juan Carlos Asensio, en la procesión de despedida de la vigilia pascual allá por la medianoche, y el aria Cujus animan del Stabat Mater, de Rossini, con ese tenor en estado de gracia llamado Juan Diego Flórez.

No convocaron a excesivos fieles los Oficios del Sábado Santo en la catedral y, sin embargo, gozaron de un ritual litúrgico y de una calidad musical excepcionales. Alberto Zedda dirigió a la Joven Orquesta Nacional de España y el Coro Nacional en las Cuatro piezas sacras, de Verdi, y el Stabat Mater, de Rossini. El nexo de la propuesta era la exploración en el lado religioso de dos compositores simbólicos de ópera italiana. Las cosas salieron mejor interpretativamente en Rossini. También había un cuarteto vocal de lujo: Isabel Rey, Daniela Barcellona, Juan Diego Flórez y Orlin Anastassov. Especialmente, el tenor peruano, tanto en los aspectos tímbricos como en el fraseo o en el dominio estilístico. También rayaron a gran altura los demás solistas. Zedda se volcó con su pasión habitual en un terreno que domina a las mil maravillas. La orquesta respondió con ímpetu y energía, y el coro hizo lo que pudo en Verdi y salió bastante airoso en Rossini.

El concierto de clausura estuvo a cargo de Fabio Biondi y su grupo Europa Galante, con el oratorio La Resurrección, de Händel. Dio la sensación de estar preparado con alfileres, aunque Biondi es siempre Biondi, y sus interpretaciones gozan de brío, contrastes y vitalidad. Del quinteto vocal destacaron, con mucho, Marta Almajano y Roberto Abbondanza; cumplieron al filo de la navaja Angela Bucci y Liliana Rugiero, y estuvo bajo mínimos el tenor Enrico Onofri. A partir de hoy, Biondi y sus intérpretes iniciarán una gira por catedrales españolas (Madrid, Valencia, Murcia, Barcelona, Zaragoza) con el oratorio La Santísima Trinidad, de Alessandro Scarlatti, recuperado hace un año precisamente en Cuenca.

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