Crítica:POP | LOS ELEFANTES

Exotismo y 'glamour'

Pequeños héroes musicales de la España de 2003 por neta oposición a la aburrida y ortodoxa estética imperante en la lineal música pop de ahora mismo, los catalanes Elefantes retoman la jugada que les llevó a las puertas del disco de oro con su segundo álbum Azul. De este modo, presentaban en directo La forma de mover tus manos, una nueva lección de pop-rock con glamour -del bueno, no del televisivo-, exotismo de tintes orientales y correctas canciones de belleza melancólica. Composiciones que tienen hasta cierto toque aflamencado con algunas reminiscencias de los años sete...

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Pequeños héroes musicales de la España de 2003 por neta oposición a la aburrida y ortodoxa estética imperante en la lineal música pop de ahora mismo, los catalanes Elefantes retoman la jugada que les llevó a las puertas del disco de oro con su segundo álbum Azul. De este modo, presentaban en directo La forma de mover tus manos, una nueva lección de pop-rock con glamour -del bueno, no del televisivo-, exotismo de tintes orientales y correctas canciones de belleza melancólica. Composiciones que tienen hasta cierto toque aflamencado con algunas reminiscencias de los años setenta que, tal vez en otro punto de la historia, quizá no nos parecerían tan felices ocurrencias. Con la sala repleta de seguidores que conocían más que bien los estribillos de las canciones y acompañado del sólido sonido de una guitarra acerada, un bajo y una batería, el cantante Shuarma paseó su palmito y su garbo escénico cantando un eléctrico repertorio en el que siguen sobresaliendo por encima de la media los temas banderas de su disco de debú Azul o Piedad.

Los Elefantes

Shuarma (voz y guitarra), Hugo (guitarra), Julio Chascan (bajo), Jordi Ramiro (batería) y Jaime de Burgos (teclados). Sala Divino Aqualung. 15 euros, Madrid, jueves 20 de Marzo de 2003.

Un espectáculo en el que, sin embargo, el amaneramiento estético de estos parientes musicales de Bunbury y Manuel Alejandro supo dejar sitio a un inesperado grito que, a esa misma hora, resonaba en las calles de la capital: "No a la guerra". Los Elefantes demostraron que, además de animales sagrados, lo son también de paz.

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