Crítica:FLAMENCO | VII FESTIVAL DE JEREZ

Pícaros por sevillanas

Por sevillanas se disputaron los pícaros Rinconete y Cortadillo las dos únicas sillas que había en el escenario, en una de las escenas más descacharrantes de la obra. Sevillanas sentadas, ¿un nuevo palo para el flamenco?

Ahora le ha llegado el turno a Cervantes, en este revival de los clásicos al que asistimos de manos de los flamencos. Javier Latorre ha tomado Rinconete y Cortadillo, en un guión muy inteligente de Carrillo y Comba, y adapta al flamenco la obra cervantina tan rica en humor, en crítica social, en finos rasgos de observación.

Latorre transforma...

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Por sevillanas se disputaron los pícaros Rinconete y Cortadillo las dos únicas sillas que había en el escenario, en una de las escenas más descacharrantes de la obra. Sevillanas sentadas, ¿un nuevo palo para el flamenco?

Ahora le ha llegado el turno a Cervantes, en este revival de los clásicos al que asistimos de manos de los flamencos. Javier Latorre ha tomado Rinconete y Cortadillo, en un guión muy inteligente de Carrillo y Comba, y adapta al flamenco la obra cervantina tan rica en humor, en crítica social, en finos rasgos de observación.

Latorre transforma todo ello en un auténtico retablo escénico de época, donde pone a moverse a su compañía con una soltura que denota no sólo la capacidad rectora y técnica del coreógrafo, sino también una entidad sobresaliente de la formación, con las sorprendentes creaciones personales de Daniel Navarro y Nacho Blanco en los pícaros protagonistas.

Rinconete y Cortadillo

Por Javier Latorre y Compañía de Danza. Teatro Villamarta. Jerez de la Frontera, 6 de marzo.

La música es de Juan Carlos Romero y Mauricio Sotelo, autores de temas felizmente adecuados al carácter de la obra. Con esa música, Latorre salpica toda la acción de bailes y otras ocurrencias danzadas de valor sumamente espontáneo y de un humor fresco con el que los propios intérpretes son los primeros que se divierten a lo grande.

Coreografía inteligente

Coreografías muy inteligentes, no fáciles aunque a veces lo parezcan por ese tono ligero y algo menor que supone siempre la comedia en la danza. Javier Latorre, sin embargo, recurre a su contrastada sapiencia en los aspectos coreográficos más avanzados, y que le están convirtiendo en uno de los grandes coreógrafos del flamenco hoy.

Insisto en el humor, porque hay momentos que recuerdan hilarantes recursos del cine mudo. Y es que me parece que Rinconete, con algún otro título también inclinado a la jovialidad militante, está abriendo una nueva vía de acceso tremendamente eficaz a lo jondo. Que no todo tiene por qué centrarse en la pena negra.

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