Acuerdo del fútbol y el ciclismo con la Agencia Mundial Antidopaje

Las cosas avanzan; despacio, pero avanzan. "Sin optimismo, no hay vida", dijo sonriente Jacques Rogge, el presidente del Comité Olímpico Internacional (COI). Un minuto antes un periodista le había transmitido la curiosidad del ausente Hein Verbruggen, el presidente de la Unión Ciclista Internacional (UCI) y líder del frente rebelde en la Conferencia Mundial sobre el Dopaje, en Copenhague, que intenta sentar las bases para armonizar la lucha contra el dopaje en todos los países y todos los deportes. "Pregúntenle a Rogge", había pedido Verbruggen, "qué hará en agosto de 2005 con la candid...

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Las cosas avanzan; despacio, pero avanzan. "Sin optimismo, no hay vida", dijo sonriente Jacques Rogge, el presidente del Comité Olímpico Internacional (COI). Un minuto antes un periodista le había transmitido la curiosidad del ausente Hein Verbruggen, el presidente de la Unión Ciclista Internacional (UCI) y líder del frente rebelde en la Conferencia Mundial sobre el Dopaje, en Copenhague, que intenta sentar las bases para armonizar la lucha contra el dopaje en todos los países y todos los deportes. "Pregúntenle a Rogge", había pedido Verbruggen, "qué hará en agosto de 2005 con la candidatura de Nueva York a los Juegos de 2012 si las Ligas profesionales de Estados Unidos no han aceptado el Código Mundial Antidopaje". "No entiendo esa pregunta", respondió Rogge; "¿por qué decir nada ahora cuando aún faltan dos años". Después, diplomático, se declaró optimista y... realista: "Sin realismo, no hay vida". Quizás tenga razón. O información privilegiada. Porque entonces, como obedeciendo a sus órdenes, todos los obstáculos levantados por las federaciones críticas al tercer borrador del código empezaron a desmoronarse.

La FIFA negoció en un rincón con Dick Pound, el presidente de la Agencia Mundial Antidopaje (AMA), el organismo que aprobará hoy el código, y pactó, a su favor, que para que el mundo viera que tiene razón en luchar contra el automatismo previsto de sanciones por dos años, todos los positivos internacionales de los futbolistas hasta Atenas 2004 serán estudiados a medias por ambos organismos, la AMA y la FIFA. Es la flexibilidad, el caso por caso, el estudio individual de cada circunstancia, que también pedía la UCI.

Eso reconoció, por teléfono, Verbruggen: "Es una solución aceptable. Coincide además con lo expresado por el Gobierno francés. Pero, de todas maneras, más o menos eso es lo que ha hecho la UCI hasta ahora. La UCI, debo recordar, no sanciona directamente a los ciclistas, sino que lo hacen sus respectivas federaciones. Lo que hacemos en la internacional es recurrir las sanciones ante el Tribunal Arbitral del Deporte".

Advertencia a Estados Unidos

Y para reforzar el sentimiento de unión frente al coloso, Denis Oswald, el presidente de la Asociación de Federaciones Internacionales Olímpicas, aseguró muy solemnemente, y mirando hacia Estados Unidos, que ninguna concederá la organización de ningún evento a los países que no hayan impuesto a sus deportistas el código que hoy emanará de Copenhague.

Pero, mientras las federaciones dispondrán hasta Atenas 2004 para aceptar el código, los Gobiernos se lo han fiado aún más largo. Hoy firmarán un compromiso moral de apoyo a la AMA llamado Carta de Copenhague -cinco países lo habían hecho ya ayer y 17 habían prometido hacerlo hoy; entre ellos, España, que estará representado por el embajador en Dinamarca, ya que al secretario de Estado, Juan Antonio Gómez Angulo, se puso enfermo y se volvió a Madrid tras su intervención-.

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