Don Marcelo, "Uno de los nuestros"

Don Marcelo. En la Iglesia católica española hay un prelado al que todos los colegas llaman Don. Es el cardenal emérito de Toledo, Marcelo González Martín, nacido en Viallanubla (Valladolid) hace 85 años. El presidente de Castilla-La Mancha, José Bono, le impuso ayer la medalla de oro de esa región en un acto que congregó a autoridades políticas, eclesiásticas, civiles y militares. También estaban los cardenales Antonio María Rouco y Francisco Álvarez. "¿Quién se atreverá a decir que don Marcelo no es uno de los nuestros?", se preguntó Bono, católico practicante, re...

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Don Marcelo. En la Iglesia católica española hay un prelado al que todos los colegas llaman Don. Es el cardenal emérito de Toledo, Marcelo González Martín, nacido en Viallanubla (Valladolid) hace 85 años. El presidente de Castilla-La Mancha, José Bono, le impuso ayer la medalla de oro de esa región en un acto que congregó a autoridades políticas, eclesiásticas, civiles y militares. También estaban los cardenales Antonio María Rouco y Francisco Álvarez. "¿Quién se atreverá a decir que don Marcelo no es uno de los nuestros?", se preguntó Bono, católico practicante, recordando "con emoción" la postura del cardenal contra los trasvases hidráulicos cuando le pidió con rotundidad: "Presidente, que no nos sequen el Tajo". Cardenal desde 1973, Marcelo González llegó a la sede primada de Toledo dos años antes, procedente del arzobispado de Barcelona, donde había sido recibido en 1966 con manifestaciones de protesta y pancartas diciendo Volen bisbes catalans (queremos obispos catalanes), en la primera gran revuelta eclesiástica posconciliar contra la dictadura de Franco. Desde entonces, don Marcelo fue el obispo preferido de la ultraderecha, como quedó en evidencia durante el funeral por Franco, la tarde del 20 de noviembre de 1975, que él mismo ofició. Las proclamas de "viva el cardenal primado" o "viva el obispo de España" se mezclaron aquel día con gritos dedicados al cardenal Vicente Enrique y Tarancón, arzobispo de Madrid, al que los ultras amedrentaron con impunidad llamándole "asesino" o "farsante", y gritando "fuera obispos rojos", "a la cárcel de Zamora" y, sobre todo, "Tarancón, al paredón". En 1978, Marcelo González publicó por su cuenta una pastoral condenando la Constitución Española por atea.-

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