VISTO / OÍDO

Políticos de domingo

Los domingos los periódicos dan risa. Se venden más; los políticos lo saben y trabajan para que ese día salgan sus ideas más populares. Si no hubiera una tragedia detrás -una cierta guerra que no sólo quiere el poder-, darían más risa. ¡En qué manos estamos! Dice Ana Botella que su marido tiene los mejores políticos de su generación. Y ¿por qué no los ha buscado en otra? Uno de ellos, Mayor Oreja, no se atreve a decir que se considera un buen sucesor de Aznar porque "parecería petulante". Parecería iluso: el hombre que ha perdido una tregua, el que menos etarras ha detenido, el que ha arrojado...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Los domingos los periódicos dan risa. Se venden más; los políticos lo saben y trabajan para que ese día salgan sus ideas más populares. Si no hubiera una tragedia detrás -una cierta guerra que no sólo quiere el poder-, darían más risa. ¡En qué manos estamos! Dice Ana Botella que su marido tiene los mejores políticos de su generación. Y ¿por qué no los ha buscado en otra? Uno de ellos, Mayor Oreja, no se atreve a decir que se considera un buen sucesor de Aznar porque "parecería petulante". Parecería iluso: el hombre que ha perdido una tregua, el que menos etarras ha detenido, el que ha arrojado a su partido y al contrario a unas elecciones perdidas, el que llega tarde a una votación decisiva, no es un petulante, es un inepto. También los del otro partido son pintorescos. El senador demócrata que preside el Comité de Asuntos Exteriores desearía que el presidente de su país fuera Javier Solana. Yo también: mejor que Bush, claro. Sin ninguna indecisión para mandar arrancar una guerra que no le debe importar nada. Y con un bien de primer orden: no pesaría sobre los socialistas la amenaza de que pueda ser candidato a presidente del Gobierno de aquí. Que dice: "El problema de los políticos del mundo para hablar con Europa era que tenían que llamar a todos los jefes de Gobierno. Ahora me llaman a mí".

Quizá lo más divertido sea la disputa entre Ruiz-Gallardón y Trinidad Jiménez por el Palacio de Comunicaciones -en Cibeles- para su palacio. Revela un fondo de manía de grandezas. Gallardón y sus predecesores se han ido quedando con los palacios más espectaculares que han podido. Construyen más. Pienso en cómo hemos podido vivir en esta ciudad (mía y de ustedes, por favor: Madrid es de quien la aguanta) cuando no era autonómica y esas casas se dedicaban a otros menesteres. ¡Cuánto nos ahorraríamos todos si desaparecieran las comunidades históricas y las contemporáneas, o modernistas, o lo que sean! ¿Y la Trini? ¿Para qué quiere esa inmensidad que no tiene más mérito que el de la antigüedad y la costumbre? No creo que esta chica necesite palacios. El Madrid de los Austrias tiene su plaza de la Villa, su plaza Mayor. La belleza allí es mayor que en la del Madrid de los Borbones, afrancesados de imitación. Un poco de modestia, por favor. (No hace falta esperar ahora al domingo: la ración diaria va creciendo).

Archivado En