Crítica:JAGUARES / M-CLAN

Viva la raza

Visita relámpago de los Jaguares, una banda que deriva su prestigio del magnetismo de su cantante, Saúl Hernández, un dios del rock, y del modo en que integra los versos de su mundo interior en una música palpitante. El miércoles, un Saúl inspirado, arropado por la raza (la colonia rockera de México en Madrid) condujo el concierto tan breve -trece temas- como contundente. Y aunque los textos vuelan por encima de la cabeza de los oyentes españoles, Saúl machaca su sentido con dedicatorias a los estudiantes masacrados en 1968 o el desastre de Galicia.

Es el turno de M-Clan, ...

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Visita relámpago de los Jaguares, una banda que deriva su prestigio del magnetismo de su cantante, Saúl Hernández, un dios del rock, y del modo en que integra los versos de su mundo interior en una música palpitante. El miércoles, un Saúl inspirado, arropado por la raza (la colonia rockera de México en Madrid) condujo el concierto tan breve -trece temas- como contundente. Y aunque los textos vuelan por encima de la cabeza de los oyentes españoles, Saúl machaca su sentido con dedicatorias a los estudiantes masacrados en 1968 o el desastre de Galicia.

Es el turno de M-Clan, que se presentó como orquesta con nueve músicos. Esta nueva formación tiene su punto válido -la guitarra de Carlos Raya proporciona filo a su cancionero- y su peligro: la omnipresencia de una pareja de coristas. El repertorio de los murcianos suena aún más como una versión del rock rollingstoniano; los temas del último trabajo, Defectos personales, empiezan a coger cuerpo.

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