Crítica:CLÁSICA

El virtuosismo ensimismado de Sokolov

Si no me equivoco, el pianista Sokolov visita el ciclo de Grandes Intérpretes (Fundación Scherzo-EL PAÍS), por tercera vez, y, como en anteriores ocasiones, sentó las bases de su categoría, su bello sonido y su poderoso y atractivo virtuosismo, con lo que el éxito fue tan notable como siempre. Tiene, además, Grigory Sokolov (Leningrado, 1950) rasgos y características sustanciales de gran independencia; hace versión de cuanto toca y poco importa que a veces tal o cual solución coincida o no con quién escucha e incluso aparente un aire de vuelta al criterio interpretativo de ayer o anteay...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Si no me equivoco, el pianista Sokolov visita el ciclo de Grandes Intérpretes (Fundación Scherzo-EL PAÍS), por tercera vez, y, como en anteriores ocasiones, sentó las bases de su categoría, su bello sonido y su poderoso y atractivo virtuosismo, con lo que el éxito fue tan notable como siempre. Tiene, además, Grigory Sokolov (Leningrado, 1950) rasgos y características sustanciales de gran independencia; hace versión de cuanto toca y poco importa que a veces tal o cual solución coincida o no con quién escucha e incluso aparente un aire de vuelta al criterio interpretativo de ayer o anteayer (su Chopin ofrecido como regalo nos hizo soñar a Sauer, 1862-1942).

El programa, verdaderamente empeñativo, alineaba en la primera parte tres sonatas de Beethoven: las dos de la opus 14, que son de 1798, y la en Re Mayor (1801), llamada Pastoral por obra y gracia del editor Crantz, de Hamburgo, el mismo que, más felizmente, denominó Appassionata a la Sonata opus 57. Sokolov aborda las dos caras de Beethoven que contrastan estas obras en maestro: el que a los 16 años se hizo con el Premio Tchaikovsky de Moscú en competencia con Misha Dichter, Víctor Eresco o Alexander Slobodianik, que obtuvieron los premios siguientes en la convocatoria de 1966. Y acaso encuentra el intérprete de la antigua Leningrado acentos particularísimos para su arte ensimismado y sereno en las dos primeras sonatas aludidas. De modo consecuente, su formidable Sonata nº 7, de Prokofiev (1940), suaviza e interioriza los ataques en pasajes de intención percusiva.

Ciclo de Grandes Intérpretes

G. Sokolov, pianista. Obras de Beethoven, Komitas y Prokofiev. Auditorio Nacional. Madrid, 3 de diciembre.

A modo de punto de reposo, conocimos Seis piezas sobre danzas populares de Sogomón Komitas, un armenio de Kutnia (1860, muerto en París, en 1935), combatiente en favor de la difusión del acervo popular y personaje legendario que dio lugar al "ballet" Antuni, de Edgar Oganessián, en el que se emplean temas investigados y publicados por Komitas. Música amable, sin pretensiones de nacionalismo universalista, sonaron con sencilla hermosura en manos de Sokolov.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Archivado En