Crónica:

El Valencia da miedo

El equipo de Benítez gana con dos goles de Mista a un Valladolid muy entregado

El Valencia se puede permitir ciertos lujos. Por ejemplo, éste: se pone frenético durante media hora, asusta al contrario, lo bate dos veces y se echa a dormir a la espera de empresas mayores. Justo lo que hizo ayer ante el Valladolid, un equipo amedrentado desde el primer momento. Apenas se supo del conjunto pucelano, como no fuera por un par de detalles de Aganzo, que salió en el segundo periodo. Su excelente pase en profundidad dio pie a que Fernando Sales propiciara el penalti que, en el último minuto, Cañizares le detuvo a Colsa. En el lado negativo, la fea entrada de Aganzo a Kily Gonzál...

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El Valencia se puede permitir ciertos lujos. Por ejemplo, éste: se pone frenético durante media hora, asusta al contrario, lo bate dos veces y se echa a dormir a la espera de empresas mayores. Justo lo que hizo ayer ante el Valladolid, un equipo amedrentado desde el primer momento. Apenas se supo del conjunto pucelano, como no fuera por un par de detalles de Aganzo, que salió en el segundo periodo. Su excelente pase en profundidad dio pie a que Fernando Sales propiciara el penalti que, en el último minuto, Cañizares le detuvo a Colsa. En el lado negativo, la fea entrada de Aganzo a Kily González dejó maltrecho el peroné del volante argentino. Sin olvidar la buena actuación del lateral derecho de la cantera, Garrido, que apuró su última oportunidad para reivindicarse en Primera ahora que el club de Mestalla le va a quitar la ficha con la llegada de un suplente del Lazio, un tal Oddo.

VALENCIA VALLADOLID 20 Valencia: Cañizares; Garrido, Marchena, Pellegrino, Carboni; Angulo, Albelda, Baraja (De los Santos, m. 69), Kily González; Mista (Carew, m. 75) y Sánchez (Fabio Aurelio, m. 83). Valladolid: Bizarri; Torres Gómez, Peña, Mustafa, Mario (Richetti, m. 69), Marcos; Fernando Sales, Colsa, Sousa (Aganzo, m. 46), Óscar Sánchez; y Pachón. Goles: 1-0. M. 9. Mista, de volea, a pase de Sánchez tras un centro de Angulo. 2-0. M. 30. Mista, de cabeza a pase de Garrido. Arbitro: Carmona Méndez. Amonestó a Baraja, Torres Gómez y Bizarri. Unos 50.000 espectadores en Mestalla.

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El Valencia salió a jugar con tal intensidad que ni siquiera le dio tiempo a añorar a su estrella, el lesionado Aimar. Así es este equipo, le da poco espacio a la melancolía. Atacó en la primera parte como una locomotora: siempre con cinco hombres, los mismos con los que se defendía el Valladolid, aquí unos amigos. La zaga de Moré ofreció una mínima resistencia. De modo que Mista, que crece a ojos vista, se puso las botas. El chico ofrece una variedad de recursos. En algunas cosas recuerda al madridista Raúl. Sobre todo, en lo pesado que puede llegar a ser con la defensa contraria: persigue cada balón como si le fuera la vida en ello. También en una zurda notable de la que saca lustre a la mínima ocasión. Le reclama minutos a Benítez y a fe que se los merece. Aquí un remate seco de volea (primer gol), allá un salto limpio de cabeza ganándole la posición al defensa (segundo gol).

Bien es cierto que Mista encontró aliados por todos lados. Kily González, especialmente. Siempre con el cartel de trasferible sobre la espalda, el argentino le viene de perlas al Valencia, sobre todo cuando Vicente se queda sin gasolina, lo que sucede muy a menudo. Ayer volvió a aportar esa actividad febril por el costado izquierdo que termina por desesperar al lateral de turno, en este caso el experimentado Torres Gómez.

Con dos goles de ventaja y el Ajax en el horizonte, el Valencia se lo tomó con calma tras el descanso. Y puesto que el Valladolid, en sus escarceos, mostraba una incompetencia absoluta, el partido dio la sensación de haberse terminado mucho antes del final. Pasaron, sin embargo, muchas más cosas en unos minutos que no fueron precisamente los de la basura. Primero, ese precioso contragolpe que el espléndido Baraja diseñó para Mista, éste lo prolongó de primeras a Sánchez y el valenciano disparó demasiado cruzado. Después se puso a llover, a ventear, y el público picó espuelas mientras los futbolistas se empeñaban en seguir jugando. Entonces, Cañizares, magnífico, se estiró a su izquierda para pararle el penalti a Colsa y para dejar, de paso, las diferencias donde habían estado realmente en el partido. Finalmente, con todo el pescado vendido y sin venir a cuento, Aganzo entró con los tacos por delante y mandó a Kily González al hospital.

Baraja corre a abrazar a Mista tras uno de sus goles.ASSOCIATED PRESS

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