Entrevista:LUIS MIGUEL DOMÍNGUEZ | Director y presentador de 'Amazonia, última llamada'

'Las televisiones compran los documentales al peso'

El naturalista Luis Miguel Domínguez (Madrid, 1963) ha recorrido durante medio año el territorio amazónico en busca de las claves medioambientales, antropológicas o económicas que amenazan el pulmón del planeta. El resultado ha sido Amazonia, última llamada, una serie de 13 capítulos coproducida por Televisión Española, Sogecable y New Atlantis (La 2, domingos, 21.45). Este 'naturalista de barrio' (la voz verde en el programa de la cadena SER Hoy por hoy) se siente fascinado por el 'gran teatro' ecológico de Brasil, pese a que el equipo estuvo a punto de ser secuestrado po...

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El naturalista Luis Miguel Domínguez (Madrid, 1963) ha recorrido durante medio año el territorio amazónico en busca de las claves medioambientales, antropológicas o económicas que amenazan el pulmón del planeta. El resultado ha sido Amazonia, última llamada, una serie de 13 capítulos coproducida por Televisión Española, Sogecable y New Atlantis (La 2, domingos, 21.45). Este 'naturalista de barrio' (la voz verde en el programa de la cadena SER Hoy por hoy) se siente fascinado por el 'gran teatro' ecológico de Brasil, pese a que el equipo estuvo a punto de ser secuestrado por la tribu kayapó, contagiada por un hábito frecuente en Latinoamérica: comerciar con rescates.

Pregunta. ¿El título de la serie encierra una llamada de socorro?

Respuesta. La Amazonia es la sala de máquinas del planeta. La serie intenta lanzar un mensaje sobre un territorio que apabulla, no sólo para denunciar prácticas como la biopiratería, sino para buscar soluciones y dar alternativas. Intentamos que el público sienta la Amazonia como algo colectivo. Mandaría a Bush, Putin, Schröder o Aznar a pasar un fin de semana con los indios zo'é, que nunca han tenido contacto con el hombre banco. El mundo cambiaría.

P. ¿Qué papel puede jugar la televisión?

R. Reafirmar el nombre científico del homo sapiens. La televisión es una ventana indiscutible al mundo. Nos deja ver algunas cosas que el 99% de la programación intenta ocultar.

R. ¿Su programa entra dentro del restante 1%?

R. Acercarse a la Amazonia con un equipo de nueve personas y una tonelada de peso y que no te pase nada, que el caimán haga lo que quieres o que el indio no mire a la cámara, es lo de menos. Lo verdaderamente difícil es el proceso de venta a las cadenas de televisión. Compran los documentales al peso y acaban pervirtiendo el sentido del documental. El modesto valor de esta serie es que está hecha desde aquí, con una mirada latina. En Alemania, Holanda o Dinamarca será un documental más. Pero en TVE se oye una voz conocida.

P. ¿Ha contado con medios comparables a los de las grandes productoras de Discovery Channel o National Geographic?

P. He podido desarrollar el trabajo como he querido y manejado las herramientas necesarias, aunque un equipo de la BBC hubiera estado un año. Lo más complicado es la cocina de la serie: la posproducción, el montaje plano a plano, la sonorización. Lo importante es que perdure y pueda verse dentro de 10 años. Un magacín es efímero. La serie cuesta la mitad que un programa de una hora en prime time, pero los documentales están marginados de los horarios de grandes audiencias.

P. ¿Es por falta de una cultura televisiva?

R. En otros tiempos la hubo. Ahí está la serie El hombre y la Tierra. No programar documentales en horarios de gran audiencia tiene que ver más con el negocio audiovisual que con la cultura televisiva.

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