Reportaje:

El Tour siempre será el Tour

Un recorrido clásico festejará en julio de 2003 el centenario de la carrera francesa, con siete etapas de alta montaña, dos contrarrelojes individuales y otra por equipos, y Armstrong como aspirante al panteón de los más grandes

El miércoles 1 de julio de 1903, a las 15.16 horas, 60 pioneros, aventureros en bicicleta, gente del campo que dejaba el arado, herreros escapados de la forja, se lanzaron a la carrera desde las puertas del albergue Le revéil matin, a las afueras de París. Era la salida de la primera etapa del primer Tour, París-Lyón, de 467 kilómetros. La ganó, y también el Tour, un deshollinador nacido en el Valle de Aosta (Italia) y establecido en Lens llamado Maurice Garin, que tardó más de 17 horas en llegar a Lyón por carreteras sin asfaltar a la nada despreciable media de más de 26 por hora. Eran...

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El miércoles 1 de julio de 1903, a las 15.16 horas, 60 pioneros, aventureros en bicicleta, gente del campo que dejaba el arado, herreros escapados de la forja, se lanzaron a la carrera desde las puertas del albergue Le revéil matin, a las afueras de París. Era la salida de la primera etapa del primer Tour, París-Lyón, de 467 kilómetros. La ganó, y también el Tour, un deshollinador nacido en el Valle de Aosta (Italia) y establecido en Lens llamado Maurice Garin, que tardó más de 17 horas en llegar a Lyón por carreteras sin asfaltar a la nada despreciable media de más de 26 por hora. Eran los tiempos heroicos, la segunda revolución industrial, los tiempos en que se descubría la bicicleta y la libertad. El viernes 11 de julio de 2003, el Tour también llegará a Lyón, pero no será, como 100 años antes, al final de la primera etapa, sino de la séptima, Nevers-Lyón, de 230 kilómetros. Se disputará por carreteras bien asfaltadas, sobre bicicletas ligeras y rígidas, se correrá a más de 40 de media, en cinco horas se completará. No la ganará un deshollinador, sino un superdeportista que se habrá estado preparando durante meses. Son, como hace 100 años, los tiempos del Tour, un patrimonio de la humanidad.

El próximo Tour no lo ganará, como en 1903, un desholLinador, sino un superprofesional

'Lejos de nosotros la búsqueda gratuita del espectáculo por el espectáculo', advirtió Jean Marie Leblanc, el patrón de Tour, en la presentación de la edición del centenario. 'Será un Tour clásico, guiado por la mesura y la razón, basado en la lógica interna y en el equilibrio'. O, dicho en palabras de José Miguel Echávarri, el director español con más triunfos en la carrera francesa (seis): 'El Tour es el Tour. Las carreteras son siempre las mismas, los que cambian son los corredores'. O, en versión Bernard Hinault, el francés que ganó cinco Tours a caballo de los años 70 y 80: 'Son los hombres y no el recorrido quienes hacen grande al Tour'.

Así que uno de los ejercicios más inútiles, y sin embargo más repetidos, es lanzarse después de conocido el recorrido a preguntar a corredores y directores su opinión sobre el trazado. A Indurain le parece 'completo' porque hay montaña, contrarreloj y etapas llanas. A Manolo Saiz le parece que 'no está mal' porque hay contrarreloj por equipos y sólo tres llegadas en alto. A Sevilla le parece 'bonito' porque es duro y porque la primera contrarreloj llana no se disputa antes de la montaña, como era habitual los últimos años, sino entre macizo y macizo, entre Alpes y Pirineos.

El Tour del centenario, el Tour que debería ser el que elevara a Lance Armstrong hasta el panteón de los más grandes, el de los cinco Tours de Anquetil, Merckx, Hinault e Indurain, será también el Tour de la nostalgia, o dicho en el estilo Leblanc un homenaje al pasado que nos ha hecho ser como somos. Después de un prólogo turístico por el centro de París (con salida bajo la torre Eiffel), la primera etapa, el domingo 6 de julio, saldrá, tras un largo recorrido neutralizado, de la misma posada Le revéil matin de la que salió hace 100 años, que aún existe. Después, en el sentido de las agujas del reloj, se irá hacia las cinco grandes ciudades que fueron ciudad etapa en 1903: Lyón, Marsella, Toulouse, Burdeos y Nantes. Ente ciudad y ciudad, unos cuantos rodeos. A los Alpes se llegará poco a poco. Trazado escabroso hasta Lyón, media montaña hasta Morzine, y alta montaña el día del Alpe d'Huez, que se subirá el Galibier (2.645) y se saludará la memoria de Henri Desgrange, el padre del Tour, que tiene en la cima un monumento (y cuyas iniciales, HD, volverán a figurar en el maillot amarillo). De los Alpes se saldrá por el Izoard (recuerdo y monumento a Coppi y Bobet) en la etapa que lleva a Gap. Entre Alpes y Pirineos, la primera contrarreloj individual, de 49 kilómetros, cerca de Toulouse. Después, entrando casi en la tercera semana, el núcleo duro del Tour del centenario, con cuatro días en los Pirineos.

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