Crítica:TEATRO

Qué locura

Cuando Darío Fo realizaba esta obra, Franceso jullare de Dio, en Perugia, los espectadores confesaban que no habían entendido todo, pero que Darío Fo y la figura de san Francisco estaban allí. El mismo título en un dialecto ambiguo de la Umbría -tierra de los umbros y de los etruscos, tierra de Francisco y de san Benito -indica ya su inspiración medieval. Decía Fo que 'Francisco estaba dotado de una mímica y de una capacidad de comunicación comunicativa excepcionales. Conseguía hacerse entender por las multitudes en todas las ciudades de Italia gracias al lenguaje de los juglares, hecho...

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Cuando Darío Fo realizaba esta obra, Franceso jullare de Dio, en Perugia, los espectadores confesaban que no habían entendido todo, pero que Darío Fo y la figura de san Francisco estaban allí. El mismo título en un dialecto ambiguo de la Umbría -tierra de los umbros y de los etruscos, tierra de Francisco y de san Benito -indica ya su inspiración medieval. Decía Fo que 'Francisco estaba dotado de una mímica y de una capacidad de comunicación comunicativa excepcionales. Conseguía hacerse entender por las multitudes en todas las ciudades de Italia gracias al lenguaje de los juglares, hecho de todos los dialectos, del latín, del español, del provenzal'. Y de todos esos elementos lingüísticos está hecha su escritura para este monólogo. No es difícil imaginarse, para quien haya visto a Darío Fo, su interpretación. En todo caso, no hace falta imaginar nada: aquí está Rafael Álvarez, El Brujo, que es también un juglar, no sé si también de Dios, pero sí de todo aquello en que trabaja: una expresión de gestos, saltos, de voces que van de lo grave a lo infantil, expresivo como nadie en este país. Pensé, oyendo y viendo esta locura pegadiza, en dos o tres actores españoles que podrían interpretarla, pero no creo que ninguno tenga estas aptitudes y este talento. La dificultad de la traducción la reduce, como es lógico, Carla Matteini a un español como de goma, capaz de retorcerse en su propia prosodia, y de servir a las capacidades de El Brujo. Mete éste en medio sus improvisaciones, sus alusiones: lo que sería un entremés en el teatro antiguo, un intermedio actual, vivo, español: diría yo que dentro del placer general de sus espectadores, este fragmento suyo y nuestro -de este día- fue lo que tuvo más aplausos.

Juglar de Dios

De Dario Fo. Versión de Carla Matteini. Interpretado, variado, improvisado y dirigido por Rafael Álvarez, El Brujo. Teatro Albéniz. Festival de Otoño de Madrid.

El espectáculo rebosa inteligencia. Yo echo de menos mi idea antigua de san Francisco, pequeñito y de voz suave y casi femenina: debía estar equivocado, puesto que Fo y Rafael Álvarez le definen como un gran juglar gritón y algo salvaje.

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