'La verdadera democracia en cultura está en el criterio, no en el consenso'
En junio de este año, la Generalitat nombró director del Centro de Arte Santa Mónica (CASM) al joven crítico de arte barcelonés Ferran Barenblit (Buenos Aires, 1968), conocido por haber sido comisario del Espai 13 de la Fundación Miró en 1998 y 2000, y haber organizado en este mismo centro la exposición Ironia, que abrió la temporada en 2002. Su objetivo es transformar por completo el CASM, si bien su proyecto no comenzará a materializarse hasta otoño de 2003 ya que en la actual temporada la programación expositiva estaba cerrada. En el futuro, en Santa Mónica no se irá tanto a ver expo...
En junio de este año, la Generalitat nombró director del Centro de Arte Santa Mónica (CASM) al joven crítico de arte barcelonés Ferran Barenblit (Buenos Aires, 1968), conocido por haber sido comisario del Espai 13 de la Fundación Miró en 1998 y 2000, y haber organizado en este mismo centro la exposición Ironia, que abrió la temporada en 2002. Su objetivo es transformar por completo el CASM, si bien su proyecto no comenzará a materializarse hasta otoño de 2003 ya que en la actual temporada la programación expositiva estaba cerrada. En el futuro, en Santa Mónica no se irá tanto a ver exposiciones como a ver obras; es decir, lo que propone es un nuevo modelo en el que más que exhibiciones monográficas o temáticas tendrá prioridad la presentación de una docena de obras o de intervenciones artísticas que pueden estar o no relacionadas y que se presentarán de forma simultánea, 'aunque algunas podrán permanecer un año y otras tres segundos en función de lo que pida el proyecto', explica. 'Es un sistema de enseñar obras concretas de artistas emergentes similar al de la Sala Montcada, pero cinco veces más grande'.
'Tiene que ser un centro de arte muy dinámico, que no pretenda sólo ser una sala de exposiciones, sino que participe activamente en la construcción del arte contemporáneo', añade. 'El marco cronológico es de cinco minutos, los cinco minutos de antes y los de después que se ha realizado la obra'.
Más actualidad, imposible. Barenblit no entiende al público como un todo, sino como segmentos diferenciados de población que debe disponer de instrumentos adecuados para interpretar el arte contemporáneo. 'Me apunto a lo de que no hay que sacar el museo a la calle, sino entrar la calle en el museo, y creo que la verdadera democracia en cultura está en el criterio, no en el consenso', afirma. Por ello quiere crear un servicio didáctico y también un punto de encuentro que probablemente se situará en la futura cafetería del centro.
'Será una extensión del espacio expositivo que tendrá una programación propia y seguramente incorporará otras artes además de las visuales', afirma. 'También tendrá mucha importancia el debate, y ya a partir de enero está previsto realizar conferencias, debates y sesiones informativas sobre diversos acontecimientos artísticos internacionales de los que aquí no se tiene información'. La nueva web, un punto de información con revistas y catálogos y una mayor incidencia en las publicaciones y catálogos serán otros de los ejes de este nuevo CASM que requerirá, para adecuarse a los nuevos usos, una reforma arquitectónica.
'No se trata de una obra faraónica, sino de una serie de adaptaciones para las nuevas necesidades del arte actual', afirma. Está previsto situar la cafetería en la actual entrada -aún no está claro si podrá utilizarse la rampa como zona de terraza-, rehabilitar el espacio del claustro, en donde se plantearán varias intervenciones a la vez, y replantear las otras plantas de exposición.
'Aún estamos trabajando en esto y no hay nada decidido, pero esperamos que pueda empezarse la reforma en enero', indicó. El objetivo es convertir todo el centro en un solo espacio común que sirva para mostrar el arte emergente tanto catalán como internacional. 'Queremos ser un centro de producción, y lo primero que tenemos que producir son ideas; por eso el espacio de debate será tan importante'.